Diario Los Andes de Mendoza
El radical Iglesias, el peronista Pérez y el demócrata Rosales vivieron su adolescencia en el Liceo y cuentan qué les aportó para llegar a la cumbre política local. Desde el regreso de la democracia, sólo hubo un gobernador egresado de una secundaria pública: Llaver.
Roberto Iglesias, un cadete casi niño en los ´60. (Gentileza)
Uno es ingeniero y radical, el otro abogado y peronista, y el tercero, licenciado en administración de empresas y demócrata. El primero fue a la Universidad Tecnológica y los otros dos a la Universidad Nacional de Cuyo. Pero más allá de sus diferencias políticas y de vocación, sus historias personales tienen un punto en común: los tres saben de qué se habla cuando se dice 'orden cerrado', 'goma' o FAL luego de haber pasado cinco años de sus vidas en el Liceo Militar General Espejo.
Roberto Iglesias, Francisco Pérez y Luis Rosales son los candidatos a gobernador con más chances, según las encuestas, de suceder a Celso Jaque y, sin importar cuál gane, lo único seguro hasta ahora es que Mendoza volverá a ser conducida por un liceísta.
Desde que volvió la democracia, sólo un gobernador hizo la secundaria en una escuela pública: Santiago Felipe Llaver, que egresó del Nacional Agustín Álvarez, y fue el primero de la serie. Luego, desde José Octavio Bordón (que fue a un colegio privado de San Isidro) hasta el presente, todos fueron educados durante su adolescencia en instituciones pagas. Rodolfo Gabrielli y Arturo Lafalla fueron a Maristas; Iglesias y Julio Cobos al Liceo; Jaque, al Instituto Secundario Malargüe. El próximo no escapará a esta condición que parece haberse transformado en obligación.
De los otros cuatro candidatos a gobernador entre los que podrán elegir los mendocinos el 23 de octubre, hay tres formados en escuelas públicas: el socialista Oscar Santarelli, que fue al Comercial de San Martín y es contador; Carlos Ordóñez, de Nueva Izquierda, fue el Pablo Nogués y se recibió de ingeniero en la UTN; Nicolás del Caño, del Frente de Izquierda y los Trabajadores, fue al Manuel Belgrano en Córdoba y luego estudió en Ciencias Políticas de la UNCuyo. El duhaldista Daniel Gaido fue a Don Bosco y se recibió de ingeniero civil en la Universidad Nacional de San Juan.
Disciplina, solidaridad, rigor, valores, camaradería y espíritu de sacrificio, son algunas de las cualidades que, según los tres candidatos, distinguen al Liceo y los ayudaron a formarse y llegar al sitio que hoy ocupan. La instrucción militar y los preceptos en los que se sustenta la vida del Ejército moldearon a Pérez, Iglesias y Rosales desde los 13 a los 17 años.
Pero también a buena parte de la dirigencia política y empresaria mendocina: allí se anotan el ministro de la Suprema Corte, Mario Adaro; el diputado nacional demócrata Omar de Marchi, el intendente de Capital, Víctor Fayad y el presidente de la Federación Económica de Mendoza, Adolfo Trípodi, entre otros. Sólo compite en el ranking de escuelas formadoras de referentes del poder: Maristas que, además de a Gabrielli y Lafalla, tuvo como alumnos al senador nacional radical Ernesto Sanz, el secretario general de la Gobernación, Alejandro Cazabán y los hermanos Badaloni (dueños de Andesmar).
"La bases de nuestra formación son la excelencia y el liderazgo. La primera se puede conseguir en otros colegios también. Pero cuando se la une al desarrollo de la capacidad de liderazgo, ahí es donde nos diferenciamos del resto", describía hace un tiempo un directivo del Liceo para explicar por qué sus egresados llegan a puestos encumbrados en la sociedad local. Claro que también hay otra explicación: por el valor de las cuotas, no cualquiera puede acceder a estas escuelas y entonces quienes pasan por ellas parten de un piso socioeconómico más alto que un joven de clase media o baja.
Rosales fue al Liceo desde 1978 a 1982 y rescata la "capacitación en valores, camaradería, disciplina, método y rigor que, aplicados a otros órdenes de la vida, me han dado muy buenos resultados". Esa camaradería de la que habla el demócrata es algo que todos destacan: el Liceo, como Maristas, transmiten sentido de pertenencia. Tanto que durante mucho tiempo, ya en Buenos Aires, Rosales se juntó con compañeros suyos que también se habían mudado a la capital argentina.
Paco Pérez prioriza el espíritu de sacrificio que aprendió en el Liceo. "Ayuda a madurar y a forjar tu espíritu. También se vive muy intensamente la amistad en una época en la que compartís todo: desde que te levantás hasta que te acostás, con tus compañeros", relata el candidato y a la vez destaca el nivel de los docentes, que daban clases también en la universidad. El peronista fue al Liceo desde 1980 a 1984 y aunque era dos años menor que Rosales, se conocieron en aquella época. Aunque fue otro demócrata con el que tejió más lazos: Carlos Aguinaga, senador y jefe de campaña del PD, que era su compañero en aquellos años, al igual que el médico Matías Roby.
Iglesias fue al Liceo desde 1964 a 1968 y aunque intenta relativizar la influencia de la escuela en el poder, cree que "la formación educativa marcaba la diferencia y eso se notaba cuando uno entraba a la universidad y hacía una carrera como ingeniería".