Buenos Aires, 3
de Julio de 2013
Una sola vez tuve una larga
conversación con el entonces Cardenal Bergoglio. Fue cuando regresábamos de
Aparecida, en dos horas de viaje a San Pablo y luego tres horas de avión hacia Buenos
Aires.
En esa larga charla le
pregunté cuáles serían para él los grandes temas sociales donde la Iglesia
debería brindar un aporte a la sociedad.
Dos grandes preocupaciones del Papa Francisco
Me mencionó básicamente dos: la paz
social y la inclusión social de los pobres, íntimamente ligados entre sí.
1. Con respecto a la
construcción de la paz social, me habló acerca de sus cuatro famosos
principios, que tienden a construir
los vínculos sociales que nos convierten en un pueblo en paz. Esos
principios son estos:
** “El tiempo es superior al espacio”,
expresando que más que ocupar espacios de poder hay que generar procesos.
** “La realidad es superior a
la idea”, expresando que hay que prestar mucha atención para no quedar
encerrados en
construcciones conceptuales mientras la realidad está yendo por otro
lado.
** “La unidad es superior al
conflicto”, invitando a asumir los conflictos pero buscando siempre una
síntesis superadora que
nos permita no quedar encerrados en él.
**Y el cuarto, “el todo es
superior a la parte”, invitando a colocar siempre nuestras preocupaciones e
intereses parciales o
locales en un marco más amplio e integrador.
Él considera que con estos
cuatro principios se construyen el tejido social y la paz.
2. El segundo gran tema, que
hace posible una paz social estable, es la integración social de los pobres. Si
esto no sucede siempre tendremos una bomba de tiempo, latente.
No habla sólo de superación del
hambre o de asistencia a las necesidades básicas de los pobres, sino de algo
más que supera lo económico: la integración en la sociedad, para que no sean “sobrantes”
o “descartables”.
Para ello, el trabajo es
esencial, precisamente porque el trabajo no sólo alimenta, sino que dignifica,
madura, integra. Una economía que no genere trabajo a la larga es suicida, porque crea
condiciones sociales de alto riesgo de violencia e implosion. Eso se está viendo poco a poco en todo el mundo.
La vocación del empresario
Estas preocupaciones del actual
Papa Francisco me parecen verdaderamente proféticas. Pero también nos brindan
una ocasión para repensar la vocación del empresario.
Vocación noble, que invita a no
nivelar para abajo sino para arriba. Supone la pasión de mejorar el mundo,
acrecentar la riqueza, multiplicar los bienes, explotar al máximo las posibilidades que
da esta tierra, elevar la calidad de vida con nuevas propuestas.
Pero en la concepción cristiana
del empresario, esto supone un segundo aspecto: que el desarrollo sea
administrado de manera que sirva a toda la sociedad y beneficie efectivamente a los pobres.
Hoy sabemos que el solo desarrollo
económico no logra por sí mismo y mágicamente este segundo objetivo de
promoción e inclusión de los más desfavorecidos.
No hay “derrames”, sino que
hacen falta acciones específicamente destinadas a ese fin, particularmente en
lo que se refiere a la generación de buen empleo.
Esta jornada de
ACDE
Días atrás hablé por teléfono con el
Papa y le conté que se iba a realizar esta jornada respondiendo a sus recientes reflexiones sobre la economía, y me pidió que les transmitiera su
gratitud por este esfuerzo, que él valora mucho. Las líneas generales de acción que puede plantear un Papa necesitan de la capacidad
de los profesionales para encontrar cauces más
concretos que muestren su factibilidad.
Porque en realidad de críticas
y lamentos ya tenemos de sobra. Para decir lo que no está bien no hace falta
mucha sabiduría ni investigación. A mí a veces me asombra cuando en algunas jornadas
escucho a especialistas hablar sobre cuestiones de la realidad nacional, y lo único que recojo es el mismo elenco de cosas
negativas que aparecen en los medios. Entonces pienso, para decir eso no es necesario investigar tanto. En el caso de esta
jornada de hoy, lo más importante aquí es avanzar en propuestas creativas y viables que puedan desarrollarse en las mismas
empresas.
Por eso, en su nombre, pido a Dios que
los bendiga a todos ustedes en este día de generoso trabajo.
Mons. Dr. Víctor Manuel Fernández
Rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina