Por
Sergio Sinay
Revista La Nación
Si no tienen respaldo, las palabras como la moneda, pierden su valor.
Las palabras se respaldan con actitudes, acciones y conductas. La amistad es un vínculo particular. No responde a imperativos de sangre y tampoco se sostiene en proyectos.(Si lo hiciera podría malversarse en la especulación)
La amistad no debe cuentas al pasado ni diagrama futuros. No nos hacemos amigos a partir de la atracción física ni el amigo viene a sustituír figuras ausentes(padre, madre,etc.).
La amistad se nutre y ratifica con experiencias compartidas, con confidencias y escucha hospitalaria.
Con los amigos llegamos a un punto en común habiendo partido de lugares diferentes.
Ninguno trata de cambiar al otro; la aceptación es, como en niguna otra relación, condición permanente y escencial y los verdaderos amigos toman lo que el otro les dice sin doble escucha, sin interpretación y sin sospechas, porque saben que no hay allí gato encerrado como suele ocurrir en otros lazos. Se le cuenta al amigo lo que a nadie y se escucha de él a la recíproca.
No se piden cuentas y no se tiene que adaptar su vida a la del otro para mantener la relación. Dos vidas distintas pueden coexistir.
Un amigo no hace cosas humillantes para sí con el objeto de no perder al otro. Llegar a ésto lleva tiempo. No es instantáneo.
Por éstos y muchos motivos la amistad se cuece a fuego lento y con presencia.
AMIGO NO ES UNA PALABRA PARA DILAPIDAR. Se construye letra por letra.
Cuando la fugacidad y la levedad manden, cuando priman la comodidad y el utilitarismo, cuando ser popular es más importante que ser coherente, hay inflación de amistad: MUCHO USO DE LA PALABRA Y POCO RESPALDO A SU VALOR.
Buena semana Mis queridos Noveneros AMIGOS
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