Cnel. Paulino ROJAS
Después de la Conferencia de Guayaquil y del voluntario alejamiento del General San Martin del escenario político y militar del Perú, los oficiales argentinos que se hacían mil conjeturas sobre el caso, se encontraban molestos con el libertador Simón Bolivar que, como soberano, era un tanto altanero y duro con sus oficiales.
Durante un banquete, se encontraba a su frente un bizarro oficial porteño de elevada estatura y noble porte que, dedicado a ingerir las viandas, ignoraba al general, quien acostumbrado y deseando romper el mutismo del militar argentino, le preguntó en tono severo:
¿Cómo se llama Usted?
-Paulino Rojas – fué la seca respuesta.
-¿Qué graduación tiene Usted?
Se agachó Rojas en forma tal, que Bolivar podía ver la jerarquía que ostentaban sus charreteras y, poniendo el índice en sus galones, dijo distraídamente:
-Coronel.
-¿De qué país es Usted? – insistió el Libertador ya molesto, y clavando en su interlocutor su imponente mirada.
-Tengo el honor de ser de Buenos Aires – respondió con altivez el valiente Coronel.
-¡Bien se conoce por el aire altanero que representa!
Deseando terminar con el interrogatorio, el porteño se irguió con orgullo y exclamó con energía y satisfacción:
- Es un aire propio de hombres libres.
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