Afuera el viento no dejaba de resoplar con una fuerza inusitada. Parecía
que el Riachuelo se haría presente en cualquier momento a las puertas de la
redacción. La esquina de la panadería estaba prácticamente inundada, lo que
hacía imposible acercarnos por las medialunas recién salidas del horno, pero
los mates de Néstor estaban rebuenos así que no llegamos a preocuparnos ni por
la meteorología como así tampoco por la inundación.
Fueron transcurriendo las horas tratando de calmar en su “nerviosismo
parsimonioso” al querido amigo que tan mala suerte había tenido. –Los muchachos
se la rebuscan Poliya, así que ante cualquier dato que nos proporcionen deberás
adelantarle una pequeña “comisión”-¿nos entendemos, no? Soy entrerriano pero no
tonto, claro que me doy cuenta, responde ansioso. – Y cómo se dan cuenta
ustedes que los muchachos ya se encuentran trabajando, nos pregunta. - Ya verás
Poliya. A ellos los anuncia generalmente, el ulular de las sirenas policiales,
ja,ja.
Una vez que el tiempo fue menos inclemente nos animamos a salir en busca
de nuestros informantes. – Vos Poliya quedate acá que ya venimos con alguno de
ellos. –Voy yo solo Néstor, quedate junto a Abel. Atravieso el umbral y un frio
que calaba los huesos me hizo regresar por un poco más de abrigo, salgo a la
calle y sobre Ventura de la Vega en su cruce con Cachí lo veo a uno de ellos
ejerciendo de trapito. – Hola Don-me saluda amablemente- Mirá tengo necesidad
que alguno de ustedes me consiga unos datos del paradero del auto de un amigo
al que tenemos allá en la redacción,¿sabés adónde queda,no? –Porsu Capo. Deme
un ratito que venga Pocho, el Gordo vió? Mi colega en ésta cuadra y me acerco
yo o va él.
Con el transcurrir del tiempo, ya Néstor había adquirido la docena de
siempre con la que desayunábamos. No me permitió pagarlas, me dice cuando
entro. Lo hizo Poliya. Bueno, bueno, ya me tienen acá hace rato, desde la
madrugada, no me dieron café, tengo que pagar las medialunas y los sabios del
Registro de Automotores no aparecen. –Tranqui amigo. No pueden dejar la empresa
sin atención.
No habrían transcurrido ni diez minutos que Pocho se hizo presente.
¡Cómo están señores! Con Roberto nos dijimos, si los señores necesitan ayuda
allí estaremos. Ellos saben que los apreciamos, así que acá estoy para darle la
mano que necesita.
Gracias Pocho!, mirá a nuestro amigo le robaron el vehículo de trabajo y
vino a vernos para que a través de ustedes ver si lo podemos ayudar,
porque le aseguraron que los amigos de
lo ajeno eran de por acá.
Bueno, mucho gusto Señor Poliya. Deme todos los datos que pueda que
antes de mediodía va a tener acá la precisa.
Abel sacó una carterita con los documentos de la camioneta. Papeles
todos arrugados que le hizo decir a Pocho.-Don Abel si así están los pelpa cómo
estará la camio!! – Pero no se aflija que viejita o no lo mismo se la vamos a
encontrar. Quedese con los señores y espérenos. Eso sí, prepárese un
regalito,eh?- Por supuesto muchachos, descuentenlo.
Cerca ya de mediodía salimos a la Avenida Sáenz en procura de
alimentación en algún restaurant de esos de Pompeya. Unas milangas que no
entran en el plato, mucha papa frita y dos huevos fritos ¡Qué delicia! –
aprovechemos que no están las brujas que nos prohíban comer éstas
delicatesen,ja,ja.- Traete el tinto de siempre o uno mejorcito que hoy estamos
con visita de amigos.
Como si hubiera sido atraído por el olorcito se apersonó en la puerta
del restaurant Pocho. Lo llamamos, se acerca cabizbajo, preocupado. –Puedo
sentarme Don. Por supuesto y compartí con nosotros. – No, mire, tengo que irme
para relevar a Roberto. Desde hoy que lo dejé solo.
Pero Pocho, te noto preocupado, alcanzo a decirle. Si Don JC. Quiero
decirle al Señor Poliya que su camioneta acá en el ámbito de la Provincia de
Buenos Aires y en la Capital, no se encuentra. Disculpeme Don, pero le aseguro
que los chorros deben haber sido entrerrianos. ¡No puede ser! Replicó Poliya,
acá hay un error en los Registros que ustedes llevan! Calmese Señor, pero
nuestros registros son ciento por ciento confiables.
El rostro de Poliya se volvió blanco. Poliya, te sentís bien? – Pero
seguro que sí, es sólo que ustedes me hicieron confiar en personas no
suficientemente informadas.
Veíamos, con Néstor que el clima se estaba enrareciendo. Pocho se mordía
para no decirle a Poliya lo que ya tenía en la punta de la lengua. Intervenimos
diciéndole que en una hora pasara por la Redacción de Noveneros a cobrar por su
trabajo y nos quedamos con éste nogoyense malhumorado para ver si podíamos
saborear las milangas que se aproximaban en las manos del mozo.
Poliya no había perdido su apetito. Comió con avidez. Se hizo el
distraído y con gusto nosotros nos hicimos cargo de la adición, ya que bastante
mal la había pasado nuestro querido amigo.
Luego del cafecito nos encaminamos a la redacción, donde ya estaba Pocho
aguardando ser atendido. No sabemos, con Néstor, cuanto habrá oblado Poliya por
una información negativa. Entramos a posteriori de la salida de Pocho y nos
disponemos a consolar al amigo necesitado.
- Muchachos, ustedes me van a querer matar. Nos dice compungido.
-Todo se descubrió. Lo de la camioneta fue un invento mío para que la
Bruja me permitiera estar con ustedes unos días acá por Buenos Aires. Yo los
extraño mucho. En Nogoyá no hay ningún Novenero. En cuanto a la camioneta, está
bien de salud guardada convenientemente en la estación de servicio que yo dije
que me la habían sustraído.....
2 comentarios:
Buenísimo! debo ver que se me ocurre para ir a comer milanesas con ustedes!
Venite querido Chino. Pero sin macanearle a la Bruja,ja,ja. Un abrazo
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