Viernes mediodía con anuncio
y alerta de tormentas sobre la CABA. Temperatura muy elevada. Parece que todo
el calor contenido entre paredes y asfaltos saliera de repente para golpear
nuestros rostros.
¿Néstor, me querés decir que
hacemos en la calle a ésta hora, pero sobre todo con éste calor tan perjudicial
para personas mayores de 65? – Aunque no los tenemos, ja,ja, creo que mi
interés por conocer lo que te propuse supera los riesgos.
Mientras tomábamos unos
matecitos muy bien cebados(ésta vez por mí)con la yerba de preferencia de mi
amigo y compañero de ruta en ésta redacción, (la que viene en cajitas de medio
Kg.), Néstor me relataba un sueño que lo intrigaba mucho y que lo había
despertado, en horas de la madrugada, un día de la semana anterior, y que nos
obligaría luego, a salir a las calles del querido Pompeya.
Sabés JC lo que me pasó? –
Me desperté sobresaltado por un fuerte olor que me resultaba familiar, pero que
venía de hacía mucho tiempo, de los años mozos. Allá por finales de los 50. –
Epa! cuántos años y aún recordás los olores, Néstor? – sí, sabés porqué? Porque
era un olor muy penetrante, por momentos ácido, agrio al rato, en fin nada
grato pero que el recuerdo que me traía era para mí muy agradable. Pará. Cómo
es eso? – feo pero lindo? No lo entiendo.
Únicamente quienes pasamos
momentos que creíamos embromados en su acontecer y que con los años llegamos a
darnos cuenta que no lo eran. Que solamente estábamos transitando etapas de
nuestra vida en la cual nos íbamos amoldando a las exigencias de un devenir que
nos iba a demandar mucho esfuerzo. Que quienes creían en nosotros nos sometían
a esos sacrificios para que luego, con los embates del destino nos resultaran;
al menos, conocidos.
Bueno, querido amigo, ya sé
que te estás refiriendo a los años del LMGB.¿Pero, qué tienen que ver los
olores de tu sueño con ello?
Te lo voy a explicar cuando
lleguemos a la orilla del Riachuelo y allí puedas aspirar los efluvios
provenientes de su caudal tan espeso y oscuro. Tan maltratado por sus vecinos.
Recorremos Einsten, bajamos
por Cachí, doblamos por Ventura de la Vega, hasta llegar a la Avenida Saenz.
Incontable cantidad de ómnibus, bicicletas, carromatos, peatones, autos, motos,
etc. Por la vereda Este nos encaminamos hacia el Puente Alsina.
No JC, éstos olores son de
los choripanes que están nuestros vecinos amigos ofreciendo al paso. Es un
olorcito rico. – No te impacientés, ya verás y me podrás decir si estoy en lo
cierto o no.
Debo sincerarme y aclarar
que mi ansiedad iba creciendo a medida que nos acercábamos al tan castigado
lecho de agua.
Cuando por fin nos codeamos
con el vecindario que habita en su orilla y pude percibir ese olor tan
desagradable, Néstor me sacó de mis pensamientos: Y….qué te parece? – Qué querés
que me parezca?! No veo las horas de volver. ¡Esto es horrible! Con qué soñaste
que éste olor te perturbara y te hiciera acordar a nuestros años liceístas?!
Pensá JC, pensá, acordate:
caminata, equipo aligerado, palita linesman, borcegos imbancables y carpas,
carpas, carpas…..Es el mismo olor que había en las carpas cuando íbamos de
maniobras!
Tenés razón querido amigo.
Si lo veo al flaco Esbri, a Raffo, a Svencionis ingresando agachados en ellas y
salir desesperados procurando aire fresco, ja,ja.
Para más esas maniobras eran
en ésta época, Santa Fe a pleno con el calor y los mosquitos a la orilla de la
laguna Setúbal, allá por San Pedro. Qué recuerdos!!
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