“…acumulen…”
Lucas 12, 33
Después de vagar inútilmente tres días perdido en el desierto, a un pobre viajero se le habían agotado las provisiones, las energías y hasta la esperanza de salir con vida. Se arrastró fatigosamente un día más por aquel mar de arena. De pronto vio algo raro. ¿Espejismo?
No; era un pequeño oasis. El hombre bebió ávidamente el agua limpia y fresca de la fuente y descansó toda la noche.
Por la mañana se despertó con un hambre atroz. Miró alrededor, buscando algo que lo salvara de la muerte. Entonces descubrió a pocos pasos varios paquetes. Pensó: ¡Ojalá sea algún alimento, galleta o fruta!
Al abrirlos se encontró con cientos de diamantes, que destellan bajo el sol desierto y que según los miraba lo dejaban medio ciego…
El esqueleto del viajero fue hallado mucho tiempo después. A su alrededor seguían brillando muchos diamantes.
“…un tesoro inagotable…”
Lucas 12, 33
Gracias Néstor! Hermosa anécdota
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