Nada es para siempre. Abandonamos el seno materno llorando. Luego,
una vez, aprendimos a caminar, y mucho después a tomar nuestro propio camino.
Una vez creímos que solos podíamos cambiar el mundo.
Una vez dejaremos de odiarnos por pensar distinto. Una vez
nos daremos cuenta que la mejor forma de vivir seguros es ser todos un poquito
más iguales.
Una vez hemos perdido a nuestros mayores. Más de una vez la
nostalgia nos empañó el presente.
Una vez dejaremos de olvidar que
somos finitos, que el humor, el deseo, las frivolidades son vanos intentos por
escapar de ese destino inapelable.
Sólo los procesos creativos, los
hijos, las pasiones y las corrientes de pensamiento extienden nuestra
existencia más allá de nosotros mismos.
En éste nuevo año: ¡Salud
Noveneros! ¡A quienes sacan el jugo a cada instante de la vida, que es único e
irrepetible!
Un gran abrazo
JCA
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