por Agustina McWhite
La historia, la política, la memoria y la falacia han sido dadivosos con respecto a las víctimas por parte del “terrorismo de Estado”. Tal es así, que sus familiares han cobrado alrededor de 150 mil dólares, según el escritor Ceferino Reato. Además los asesinados antes de 1976 han sido incluidos en la lista de la Conadep -es una lista ejemplar pues siempre está presente en cada edición de la feria del libro durante estos últimos 12 años. Es una lista de la que muchos se jactan y pocos la hemos leído y encontrado con alguna sorpresa de nombres que figuran allí pero que a la vez salen por televisión-.
Asimismo, como si el dinero no fuera suficiente también tienen -las víctimas- (al decir, “las víctimas” me refiero a únicamente los martirizados guerrilleros, pues pareciera que sólo ellos, merecen memoria, verdad y justicia) sus propios monumentos y museos. Con sus respectivos premios como el Premio Konex de platino (premio que se otorga desde 1980 anualmente a las personalidades o instituciones de todas las ramas de los quehaceres para que sirvan de ejemplo para la juventud argentina). Por si fuera poco también se ha creado la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, -la cual, tristemente ya ha sido estatizada- inventada por la “Asociación Madres de Plaza de Mayo” en la que en todas sus carreras hay que estudiar como seminario oficial y obligatorio: “la historia de las madres de plaza de mayo”, empero, la fiesta no termina allí, sino que es un combo, pues también está “formación política”, ¿qué tiene de malo esto? Lo malo es que allí se ha reivindicado los atentados del 9-11 en Estados Unidos y que han dado seminarios miembros de las FARC. Pero no es este el análisis del presente artículo, en otra oportunidad se escribirá lo correspondiente a dicha universidad.
He aquí lo más relevante, las listas de los muertos sólo aparecen en algunos libros de escritores tildados de derechistas y de “gorilas”, acusados y criticados por el gobierno nacional del matrimonio Kirchner de querer instaurar o reivindicar el “terrorismo de estado”. Quizás el único acto oficial que se realiza es en la provincia de Formosa: “Día del soldado formoseño”. Los demás damnificados, no existen.
La guerrilla se llevó la vida de alrededor de 1189 personas, entre ellos niños y mujeres civiles. Además de haber herido o secuestrado a unas 4305. Ninguna de todas ellas ha sido reconocida por parte del Estado a pesar de haber sido también víctimas. Es un número que sólo existe en ciertas publicaciones de las cuales hice referencia más arriba. Personas y familiares que no conocen el significado de la palabra Justicia. Personas y familiares que merecen tantas respuestas como cualquier otro individuo por parte de todo el aparato estatal y sus responsables.
Todo esto sin mencionar los presos políticos que actualmente se encuentran en condiciones inhumanas; verdaderas violaciones a los derechos humanos, dejar que una persona muera en una cárcel teniendo una edad en la que correspondería prisión domiciliaria por ley. Son alrededor de 1900 personas que se encuentran en distintas cárceles de máxima seguridad en todo el país. Presos que se los devoran las enfermedades, la soledad y la indiferencia de la sociedad. Asimismo, son 256 las víctimas fatales desde que comenzó el gobierno de la “Década Ganada”, muertos por no recibir los cuidados que toda persona mayor necesita para vivir dignamente.
Algunos de estos sujetos privados de libertad seguirán enfrentando juicios y todo el circo mediático que se genera alrededor de ellos cuando los jueces dictan una condena, y sus familias seguirán recibiendo el rechazo y los escraches públicos con marchas y actos conmemorativos que los consanguíneos de los terroristas realizan en fechas de natalicios o los días en los que el país convulsiona, como por ejemplo los 24 de marzo, en su propia casa.
No puedo dejar de preguntarme si las FF.AA. gritarán “presente” cuando la Patria los llame, pues la evidencia está a la mano de todos. También me pregunto por aquellas personas que cuando hay un conflicto a nivel Nacional, como los saqueos -que tan fácil y con total normalidad se suelen dar en el país-, piden a gritos, que “vuelvan los ‘milicos’, pues esto antes, con los ‘milicos’ no pasaba”.
Empero, corresponde al Derecho saber quién es el dueño de la agresión, cuándo; cuáles fueron y son sus víctimas inmediatas y mediatas; de qué procedimientos se valió; cómo debe encuadrarse su conducta en el marco de una estrategia de la guerra.
Es preciso, por razones obvias, dejar en claro que este ensayo no pretendió ni pretenderá reivindicar ninguno de los hechos cometidos que generosamente nuestra Historia argentina – tan bastardeada, por cierto- nos regala. Sino, el fin del escrito, es esclarecer una vez y cuantas haga falta, las situaciones arbitrarias realizadas por el poder de turno y (su) la justicia. Por tanto es esencial recordar ambos relatos, no sólo el que convence por una dialéctica que hace honor al “golpe bajo” y se emboba con la frase “Derechos Humanos”, derechos capaces de recoger como fruto millones de dólares -con razón se los llama así, pues errar y robar es humano.
La Historia debe ser lo más generosa que pueda con la Verdad, lo más verosímil posible, (pues ya sabemos que existen verdades inverosímiles, aunque esto sea una contradicción en su estado puro); la Historia debe ser recordada plenamente con sus cosas buenas y con las malas para procurar que no vuelvan a suceder. No debe ser permisiva con ningún sector ni con ningún personaje. La Historia no debe ser convertida en una ficción altamente manoseada y violada por intereses y beneficios. La Historia y la Verdad deben ser principios concomitantes, tomados como un regalo para los porvenires de la Patria y de sus hijos. Pues sino, la violencia ‘desde el Estado’ nunca será romántica mientras que la violencia que enfrenta cualquier Estado siempre lo será.
* Periodista Profesional. Investigadora del Centro de Estudios LIBRE. Estudiante de Comunicación Social.
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