Rescato palabras más o
menos, lo que Mabel T. expresaba a nuestros compañeros entrerrianos y al
enviado por la redacción; ...déjense de embromar
jovatones, vos Néstor que te viniste a Diamante a impresionar acá con tu
equipamiento porteño, vos poliya disfrazado de gauchito para hacerle ver a
Néstor que en éstos lugares su atuendo no es bien visto, etc..
Cuánta razón Mabel!-
Pero la cosa no terminó ahí. Tuvieron que irse a dormir luego de grandes
libaciones etílicas para que la discusión no subiera de tono.
Qué fué lo que pasó al
otro día? Puesto que existía un desafío en pié, el de correr unas cuadreras
entre los cuatro, eso al menos creo, y es lo que transmitió Néstor, a quien
paso ahora la palabra, dado que fué protagonista de primer órden.
Bueno, gracias JC. Paso
a relatar. Si, en efecto fuimos a dormir bien libados, es decir contentos por
encontrarnos entre nosotros y revivir anécdotas de los años más lindos de
nuestra vida. De nuestra juventud, de la primera adolescencia. Qué lindos
recuerdos! Lo que a veces no advertimos es que a quienes no lo vivieron, esos
relatos le resultan un poco pesados, y podíamos advertirlo en el rostro de
Mabel, que cada dos o tres segundos pegaba un cabezaso de aburrimiento.
Se fué
a dormir un rato antes que nosotros.
En qué quedamos? –
Rondaban las dos de la mañana cuando decidimos encaminarnos a nuestros cuartos.
Se imaginarán que quien estaba más cansado era yo, el motoquero. Los otros eran
puro alarde de estado físico, pero en realidad el esfuerzo realizado por cada
uno para llegar al lugar del encuentro no tenía nada que ver con el que yo
había hecho.
¡Hasta mañana
muchachos, ja,ja! Ya verán lo que les espera, dijo Poliya socarronamente al
despedirse.- Los voy a dejar parados como postes luego de la largada.- Pura
bravuconada, pensaba para mis adentros – si te conoceré Poliya.... Otra sonrisa
socarrona iluminaba también la cara de Oldemar – chauuuuu, ja,ja me gusta el
perfil bajo pero mañana salgo en todas las primeras páginas, y vos gauchito de
juguete, proyecto de motoquero agarrate que vas a aprender de lo que somos
capaces los entrerrianos. Mientras el
anfitrión sólo sonreía y por lo bajo me decía:- éstos son pura alaraca....vos
bien sabés que el que más conoce de caballos soy yo.
Y llegó el amanecer.
Arriba! Me dije,- Néstor apurate y andá rápido a elegir la mejor monta. Primera
sorpresa: El el comedor ya estaban instalados todos. Mabel incluída. – Ajá ...con
que sos de buen dormir..ya son pasadas las cinco. A qué hora pensabas
levantarte motoquerito, dijo Poliya y lanzó una gran carcajada. –A vos te
parece que con ese atuendo podés subirte a un baballo!? Por lo menos sacate
esas antiparras ridículas! –y claro, yo no tenía otra cosa.-Mabel prestame un
pañuelo para ponermelo, así tengo algo criollo y se deja de mofar el nogoyense
éste.
Un nutrido desayuno
había sido preparado por la anfitriona. Había de todo. Parecía un hotel “five
stars”. Pero Poliya en una punta de la mesa tenía unos cuadraditos con grasa,
la pava y el mate. –Dale hacele como yo, Mabel me guardó una costillita de
anoche y unos mates, no seas maricón,ja,ja.
Me percaté que yo me
había convertido en el blanco de las cargadas de éstos principiantes. Pero
lejos de amilanarme los desafié. – Estoy en capacidad, aún en ayunas de
ganarles a todos ustedes. Vamos a lo nuestro.-Y ahí nomás me levanté y enfilé
para donde se suponía estarían aguardando los caballos.
Segunda sorpresa: Cada uno de nosotros tenía ya el caballo
asignado. El mío era un matungo viejazo. El de Julio T. parecía el de un general
en la línea de largada del desfile! Un saino hermoso tenía un cartelito escrito
a mano que lucía el nombre de Poliya. Y un manchado había sido asignado a
Oldemar. Todos ya estaban con sus arneses y listos para la competencia. Si me
quejo - pensé- les doy el gusto a éstos petulantes, así que calladito puse mi
pié izquierdo en el estribo y monté el burro viejo. Ni bien lo hice era como
que se había vuelto loco, empezó a tirar patadas para todos lados, mordiscones,
voltaretas y me tiró a la m..... Gran risotada de los gauchos de papel. Intenté
nuevamente y de nuevo volé por el aire.
Ahí nomás me le fuí al
humo al Poliya que era el que más se reía. –Intentá de nuevo, no era que tenías
gran experiencia porteñito, me dijo. Soy famoso por lo perseverante y terco,
así que ahí nomás fui a intentarlo por vez tercera. El matungo se quedó
quietito. No movió ni un pelo, cuando alcanzo a descubrir que Julio T. ensayaba
un silbido. ¡Lo tenía adiestrado el desgraciado! – El chiflaba y el matungo se
volvía loco!
Se terminó el desafío,
nos reímos los cuatro como locos, nos abrazamos y fuimos a desayunar y ahí
nomás decidimos que nos quedábamos a almorzar.
En
la próxima les relato mi viaje de regreso y
la llegada a mi casa en la popular calle Goyena......
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