martes, 27 de enero de 2009

LA INTERESANTE VISION DE UN LICEISTA


Me pareció muy linda esta nota por la buena descripción de un ex cadete al que no conozco, pero que evidentemente comparte muchas de nuestras emociones. Jorge Ascar gracias en nombre de la Novena del LMGB.

El ex cadete , el liceano y el sidrome del inmigrante

Cuando entramos al liceo nos convertimos en cadetes y cuando salimos en ex cadetes, claro!, pero ya nunca mas dejaremos de ser liceanos. No se puede ser ex liceanos. Hemos recibido una especie de ciudadanía, que nos hace sentir como pertenecientes a una suerte de patria chica.Cuando egresamos del liceo en realidad emigramos y automáticamente ingresamos a una sociedad que durante cinco años vimos e idealizamos desde afuera (porque estabamos adentro).Así nomás nos convertimos en inmigrantes. El inmigrante tiene idealizada la sociedad en la cual se inserta y por eso lo hace. Pero a medida que pasa el tiempo y luego de acomodarse lo mejor posible en el nuevo entorno, comienza a extrañar y a idealizar, ahora, aquel punto de partida.Posiblemente para el inmigrante el lugar que dejo ya no sea el mismo. El tiempo habrá cambiado algunas formas, algunas costumbres, pero el lo guarda en el recuerdo congelado e inmóvil como una foto de color sepia. Quizás mejor sacada que una del Vampiro.Y contara a propios y a extraños aventuras y anécdotas que al repetirse una y otra vez perderán y ganaran ingredientes y detalles que le darán esa patina mágica que los transforma en mitos, verdades equidistantes entre la leyenda y la realidad.En la dura lucha del tiempo con el recuerdo, este rescata del olvido las cosas mas lindas, mientras el tiempo va acunando en sus brazos largos las cosas malas hasta hacerlas dormir.El inmigrante tiene un pueblo que lo vio crecer, que le dio tonadas y características que siempre lleva con el. El liceano tiene una promoción que lo vio crecer que le dio vivencias que le pertenecen.Y cuando se encuentran dos inmigrantes que vienen del mismo país pero de distintos pueblos, se llaman paisanos aunque cada uno tenga una imagen diferente de ese país, porque en realidad tiene la imagen de su pueblo, que quizás sea distante del otro y tenga diferente clima y otro paisaje. Cuando nos encontramos liceanos de distintas promociones que a veces están muy lejanas en el tiempo, tenemos diferentes paisajes pero hay un mismo espíritu que nos hace sentir cerca, es el espíritu de esa patria chica que nos marco con su sello indeleble.Es que el Liceo, como un padre generoso y carismático hizo sentir a cada uno de sus hijos como si fuera único. Como el inmigrante, el liceano tiene siempre en su equipaje un espacio dedicado a la caja de los recuerdos, que son horas, que son amigos, que son los padres que nos miran todos los días desde la foto pegada con chinches compartidas en el interior de la puerta del armario.Como el inmigrante, el liceano se emociona cuando encuentra algún paisano y lo primero que pregunta es de que pueblo viene, de que promoción sos.Como el inmigrante, el liceano le responde a sus hijos preguntas del Liceo que a lo mejor sus hijos nunca le hicieron. Tantas palabras se necesitan para explicar un color, o un sabor, cuantos sinónimos hacen falta para definir una textura, cuantas paginas hay que escribir para transmitir un aroma, como se puede describir un sonido, es tan difícil como tratar de transmitir una experiencia a alguien que no la ha vivido. Como explicar el marrón terroso si no figura en la paleta de colores de ningún programa, o el gusto de la polenta de campaña rescatada debajo de una fina capa protectora de tierra incomible, si es solo comparable al gusto amargo del domingo a la noche?. Como le cuento a alguien la textura de los cardos de La Siberia capaces de atravesar la tela mas dura para dedicarnos su profunda y persistente caricia que a veces por aleatoria nos arrancaba una lagrima.? Como voy a explicar eso si un viento norte ha invertido fortunas a su lado y el progreso (de ellos) se llevo los cardos que tanto me querían.
Como puedo transmitir el sonido de la banda tocando canciones de amor para congraciarse con las madres y las novias los miércoles de visita?, si en un CD entra mucho mas que eso.
Quien va a entender aquel olor a pasto que nunca mas volví a sentir, no se, era otro olor a pasto, era diferente, era el olor a Pasto del Liceo, creo que hasta hoy lo podría diferenciar de otros olores a pasto.
Como el inmigrante, el liceano, siente que el único que lo va entender es un paisano, es otro liceano, aunque sea de otro pueblo, y por eso, solo por eso, ya lo quiere y lo hace amigo.La mayor parte de los hijos de ex–cadetes no fueron al Liceo, y el liceano como el inmigrante siente que no pudo continuar la tradición, y se afianza mas a ella acaso porque descubre que esta solo para cuidarla.
Volver a pisar el Liceo es como volver a la patria chica pero jamas podremos volver al pueblo, porque ya esta cambiado, porque es aquella promoción que ya paso, son aquellos doscientos adolescentes inquietos que se sentían únicos. Que en realidad eran únicos.
Es que ahora cuando nos encontramos ya no estamos solos, tenemos que compartir nuestras reuniones con algunas cabezas blancas, algunas arruguitas, algunas barrigas descuidadas, algunos lentes de aumento, algunas peladas... pero gracias a Dios por ahora son solo algunas (cuantas), y todavía no se nos cayo del equipaje la caja de los recuerdos.
Jorge C. Ascar
el turco
Nota: Dedicado a todos los que me entienden, porque ellos saben que no estoy loco.
También se lo dedico a los locos que yo no entiendo.
Buenos Aires, Julio de 1998

domingo, 25 de enero de 2009

Libros de Rubén Elbio Battión

Este mail lo escribe Héctor Paillet:
Querido amigo: como no tengo idea de como colgar noticias en noveneros, te cuento que me parece interesante comentar que en El Litoral (Santa Fe) salió un lindo artículo sobre la obra literaria del profe Nene Battion.La misma salió el 17-01-09, página 18.un gran abrazo
Héctor
Querido Héctor: Cumpliendo con tu pedido....

Publicar en tiempos de crisis

Con matemática periodicidad, el profesor -precisamente, de Matemática- Rubén Elbio Battión publicó sus producciones literarias: cuentos, teatro, poesías. En libros sobriamente presentados, costeados con su propio peculio y generosamente regalados a sus amigos, fueron apareciendo sus obras de indudable valor literario y elevado nivel conceptual. Gracias a su talento y fino oído, creó combinaciones estróficas que pueden parecer caprichosas, pero no exentas de armonía. Huye de la monotonía machacona y se interna por el camino de la variedad más discreta y placentera: las rimas no se le resisten, tampoco las estructuras, y las imágenes fluyen originales, luminosas, ya tiernas, ya descarnadas, y a veces impactantes.
Las primeras entregas versaron sobre su especialidad y tratan sobre la cantidad: “Factores (álgebra)”, “Progresiones, sucesiones, límites” (álgebra). Luego vieron la luz, las netamente literarias, en particular, las poéticas: “Pavesas”, “Túneles” ( l994), “ Llueve” (l999), “ Tarde” (2004), “ Volverir” ( 2006).
Remedando el título de la muy conocida novela de Gabriel García Márquez “El amor en los tiempos del cólera”, nos referimos, con el título, a cómo naufragan las mejores intenciones de muchos escritores compatriotas, ante la imperante situación económica por la que atraviesa el país y, consecuentemente, la imposibilidad de poner en letra de molde el fruto de su labor literaria. No ha podido escapar a esto nuestro poeta y amigo Battión, quien tuvo que resignarse a publicar sus últimos poemas en un formato muy particular: una carpeta plástica. Se sentó a la máquina y transcribió serena pero empecinadamente 24 poemas de invalorable arquitectura y de sobrio y variado contenido. El título -¿ premonitorio?- asusta de entrada: “Páramos” ; por lo menos, no invita a la exultante alegría. Según el diccionario, “páramo” es terreno yermo, raso y desabrigado. Cualquier lugar frío y desamparado, inhabitado, no cultivado. También, “llovizna”. Blindemos, pues, nuestro ánimo porque lo rondarán la tristeza, la desventura, la muerte y hasta la Nada; avatares que se han apoderado del “ cansancio, silencio y vejez” del autor, según propia confesión en el último de sus libros “ Volverir”. ¿ Qué será esta Nada de que nos habla el poeta? La muerte abre dos caminos o posibilidades; no existe una tercera. O se nos ofrece otra vida o todo termina inexorablemente en ésta, sin dejar rastro. ¿Será desistir de ser uno como es o, a partir de ese momento, carecer absolutamente de todo ser? En casi todos los poemas se habla de estas dos ineludibles opciones. A veces aparece la luz esperanzadora, la posibilidad de cambio de vida o estado. Pero cuando el alma se abate en la desazón y el escepticismo, cuando cunden el abatimiento y el desamor, entonces se impone inapelable la disolución total. Luego de este introito, vayamos directamente al poemario. Todos los poemas, excepto el último, llevan por título las primeras palabras de cada uno. A veces los encabezan números romanos, para señalar las partes: I, II, III,...Se suceden como un abanico en claroscuro, símbolo de la vida: a ratos, la negatividad total: “La risa quedó en su fosa, sin alas y sin pájaros./ apenas un terrón morado para arrodillar heridas;/...”; “Llevo un espectro hacia un gólgota desierto;/ llego tarde, se arrasaron las cruces con el viento”; a ratos la presencia del amor en imágenes optimistas, alegres, originales. Plenitud espiritual: “Es el hallazgo de la brújula perdida/ con un sol de nácar y alegrías/ en el cauce aromado de las venas.”. Luego, nuevamente el desánimo, el derrumbe. Juega con el hoy, el ayer, el mañana: “Voy sin haber sido; sin ser la respuesta de ayer/ sin contar con la pregunta de mañana.”; “El caduco ayer-hoy es el tren fantasma de hoy-mañana;...”. Y así por estilo: los altibajos, los vaivenes, la inestabilidad y hasta los ruegos contradictorios al Señor. Pide que Dios le otorgue fe, pero pronto reniega y dice que “solo (sin ayuda) ascenderá hacia la Nada. Por un lado, invita a alguien a acercarse, a que lo acompañe porque se siente solo; pero, luego, el antagonismo, ella-él: Ella, lo sublime; él, lo irremediable y distinto; por esto el rechazo, la ruptura, la despedida cruel y amarga; el silencio y la soledad. En honor a la verdad, la mujer es objeto de su alto respeto y devoción; la enaltece y adorna con las mejores virtudes; nunca un agravio o desdén. Todo lo negativo se lo atribuye a él mismo: “Todas las suavidades en tu clara delicia.../ Toda la dulzura del orbe en la caricia/ de tu rostro, de tu imagen, de tus flores.”.
Luego, la declinación total, el otoño, la vejez. Dialoga con su otro yo: el autor. Trata de convencerlo. Le aconseja que se duela, que Dios lo considera todavía. Lo despide y advierte que llega a la nada, a la muerte. Entonces se produce la catarsis. Hay preguntas con alguna esperanza: “Hay un madero cruzado que bendice y perdona/ y en mis ojos tiembla -como siempre-/ la entereza divina del amor”. Al final, se hace la “Ocuridad” y se encamina hacia la “Hermana tierra: no dejes/ que los grillos quiebren/ el silencio de nuestras almas./ Tierra, abrázame”. Se produce la entrega total, amorosa. No hay más lucha, ni trabajos. Desciende a la última morada. Todo se ha consumado. El encuentro con el más allá es, no obstante, amoroso. Reclama comprensión, cariño y ternura: un cálido abrazo.
Lector, si querías un veraz y sobrio pantallazo de una vida larga, fructífera y comunicante, con sus risas y lágrimas, no tienes más que asomarte a la obra de este poeta, aquí fugazmente presentado.