viernes, 7 de agosto de 2015

Néstor le responde a Mapocho

Gracias por tu consejo querido amigo, pero ya estamos demorados para tomar decisiones, 
además fue muy divertido en el Liceo. Ya me estoy recuperando pues la operación fue hace un par de años. 


Fuerte abrazo. 

Néstor

Néstor, a su regreso de tierras entrerrianas....

Es increible tu capacidad creativa y tu deseo de describir sucesos familiares y de amistad. Que alegria contar con tus relatos y reflexiones. 

Gracias JuanCa por tu apoyo y afecto. 

Fuerte abrazo. 

Nestor

jueves, 6 de agosto de 2015

De Mapocho al morocho de Reconquista

Que te mejores pronto. Mejor hubieras hecho lanzamiento.

RODOLFO "MAPOCHO"CLETO

Entrerrianos



Parto mañana – me adelantó Néstor. Fijate bien y cualquier cosa me avisás al celular, porque los entrerrianos éstos; con la pachorra que los caracteriza; son capaces de avisar a último momento por cambios en la programación de los eventos. – Andá tranquilo y cuidá tu tendón de aquiles que se ve es un punto débil de tu contextura, de por sí bastante delgada y por ende débil,ja,ja.

- Decime Néstor a qué hora salís? Vas en la Kawasaki? Ojo mirá que los kilómetros son muchos y debe ser complicado quedarse dormido arriba de semejante maquinón.

- No seas buchón porque Alicia cree que voy en el Subaru. Si se entera que parto en la moto puedo llegar a tener un problema más grande que el del pibe cabeza santafecino con sus aventuras bailanteras.- Andá tranquilo....

Y allá salió, campera de cuero negra con tachas y sendos flecos en las mangas, gorro de cuero y antiparras estilo aviador de los años 30, pantalón ajustado del mismo material, color y adornos que la campera. Moto ruidosa y preparada especialmente para que el ruido se deje sentir aún más. Feliz con rumbo al puente Zárate – Brazo Largo.

Dos valijas inmensas, propias de la moto,  con el material para entrevistar a nuestros compañeros “panzas verdes” Julio T., de Diamante, Poliya Q. de Nogoyá y Oldemar Y., grandes Noveneros amigos merecedores del sacrificio de éste viaje.

Ya sé de la inquietud de Usted querido lector, nosotros estamos igual. No sabemos de qué se trata el evento que los ha reunido a los tres. Lógicamente debe ser algo muy interesante para dejar sus tareas, según ellos, por varios días. Pero mantengamos la calma. Ya lo sabremos oportunamente.

A partir de ahora el relato es mío, soy Néstor, morocho de Reconquista, afectado hace ya bastante tiempo de una rotura del tendón de aquiles, Gracias a Dios hoy totalmente olvidado de dicha afección traumática. Lo que sí siento es un dolor de espaldas que ni les cuento. La moto es algo grandioso, pero debo reconocer que a bordo de ella la edad se siente. El viaje fue sin inconvenientes de ningún tipo, salvo una lluvia que duró no mucho tiempo y me obligó a refugiarme en una estación de servicio en proximidades de Victoria, aproveché para visitar la abadía ¡Qué linda y qué lindas son las cuchillas entrerrianas!

Les cuento que fui citado a comparecer en la estancia El Retiro, en proximidades de Diamante, donde me recibió con mucho cariño y su permanente y amplia sonrisa Julio T., era el crepúsculo y se vislumbraba un fuego atrás de la amplia casa – casco de la hermosa estancia. Un cordero había sido ofrecido en sacrificio
vaya uno a  saber a qué dioses paganos.

Pero que lentamente se doraba en la cruz, muy cuidada por un asador entrerriano. Mabel tenía lista una picada completísima. – Esperemos que llegue el Poliya, Oldemar ya se encuentra adentro- me dice Julio, ahí te comentaremos entre los tres qué es lo que nos ha reunido y te aseguro que no es una mariconada capitalina como las de Tinelli y su bailando, en la cual creen haberse lucido esos dos compañeros nuestros, bailando con los gatos que reúne la producción.

-Estamos todos los Noveneros muy intrigados en saber qué es lo que ustedes han decidido hacer.

A bordo de una camioneta y vestido con pañuelo al cuello, alpargatas, bombachas batarazas y un sombrero colocado atrás de su cabeza, ajustado al mentón con el barbijo del mismo, como a las dos horas llegó Poliya. Vengo de ajustar los últimos detalles, - les manifestó a los otros dos – y vos Negro, ¿Cómo fué que Alicia te dejó venir solo?

Bueno muchachos todo ésto está muy lindo, yo los quiero mucho, pero el deber es el deber y yo estoy acá para enterarme qué locura piensan hacer ustedes tres. –Una sonrisa cómplice asomó en la cara de Mabel – Son unos locos Néstor, están viejos ga ga y se creen en capacidad de desafiar a la juventud.

Bueno querido amigo- irrumpió Julio- las cosas son así – y comenzó a hablar mientras una costillita doradísima acompañada con un buen malbec se hacía desear en una mesa de película atendida por su propia dueña, es decir Mabel T. y que lucía en el plato del anfitrión, su esposo.

-Estamos convencidos, luego de asistir el año pasado, al festival de doma de Diamante, que los “gauchitos” de hoy en día no merecen subirse ni a un caballito de juguete, esos con hamaquita que usábamos cuando éramos chicos.



Y si – intervengo- Nuestra generación es hipercrítica y los que nos siguen no han demostrado en ninguna de las artes ser capaces de, ni tan siquiera, igualarnos fijate vos que.... –momento – me dice Julio, te estaba tratando de explicar lo que queremos hacer. Algunos aplauden y otros solo critican – dice lanzando una mirada a Mabel, quien a ésta altura se salía de la vaina por intervenir. En bien de nuestras tradiciones, de nuestra argentinidad vilipendiada, olvidada, castigada, arruinada, etc. consideramos indispensable, por las razones antes dichas, que en el próximo festival de Diamante seamos nosotros tres los protagonistas principales, contemos o no con el apoyo de quienes juraron ante el altar seguirnos y alentarnos en todos los caminos de la vida – nueva mirada a Mabel. Y qué me decís morocho santafecino, seguro que estás del lado de los detractores, de aquellos que no fueron capaces de manifestarse cuando un par de maricones se fueron a “perrear” buscando aplausos a la capital.

-Bueno, dejame salir de la sorpresa – le digo. Cada cual sabe de lo que es capaz, de lo que su físico le permite o no hacer. Una cosa es andar a caballo; cosa que yo hago a la perfección; y otra muy distinta es pretender intervenir en un festival de doma. Y vos Oldemar que te mantuviste calladito, también intervendrás en lo mismo, es decir en la doma? – y vos Poliya? Ingresaste a la marina o a la caballería?

Decís que cabalgás muy bien, me pregunta Poliya. – Te desafío a que mañana a primera hora, antes de volver cada cual a sus pagos corramos una carrerita. Te dejo elegir el pingo, ya que tanto sabés....- Yo también intervendría- dijo Oldemar.-

Porqué no se dejan de embromar los cuatro jovatones, -interviene Mabel, que ya no aguantaba más el tener que permanecer en silencio. Vos Néstor te venís en moto desde Buenos Aires, que si se entera tu mujer te mata. Vos Poliya te disfrazaste de gaucho para impresionar al capitalino y vos Oldemar así de calladito fuiste el que más insistió con ésta idea de locos....

Próximo capítulo les relato que pasó al amanecer (antes que se despertara Mabel- al menos eso creíamos), les digo si se hizo o no el desafío y les cuento de Alicia, enterada de mi viaje en K 1000!!!!

Del Morocho de Reconquista

El morocho de Reconquista se esta reponiendo de su operacion de tendon de aquiles, por haber practicado salto en alto y vallas en su primera edad, pero feliz todavia de ver en noveneros tantas anegdotas amables y graciosas a la vez. Abrazos para todos con afecto. 

Nestor

miércoles, 5 de agosto de 2015

Reportaje a nuestros héroes del bailando


Nuestros héroes: ROC y RIT



Noveneros: Bueno qué nos pueden decir, qué impresiones les ha dejado el bailando.
ROC: Vos sabés Negro; no te hagás el gil, el super desbole que se generó en mi familia con ésto del bailando. Pero creo que a nuestra edad debemos darnos los gustos. Nos merecemos después de tantos años de sacrificio; mecheros de bunsen, pipetas, etc.que cuando algo es de nuestro agrado lo hagamos, siempre y cuando sea moral y no atente contra la dignidad de nadie ¿no estás de acuerdo?
RIT: En líneas generales lo que dice el Zobenca es lógico de entender. Yo en Baradero no tengo muchos motivos de distracción, mi familia lo entendió perfectamente y no tuve problemas de ingresar en el programa de mayor rating de nuestra televisión. Claro que lo que no dijo mi colega del bailando es que él tuvo la suerte de contar como compañera con la “pilota” argentina. Cómo para no tener desbole familiar!!...

Noveneros: Supongo que es una linda experiencia, es abrirse a otras mentalidades, quizás menos conservadoras.
ROC: Hay que dejar de lado muchos preconceptos, lo supuse desde elprimer día. Tuve la suerte de contar con una compañera muy inteligente, seria y responsable, otros con la mente no tan progre como la mía creyeron de ella otra cosa.(SIC)

Noveneros: Como ser?
ROC: y...que era una señorita muy afecta a los tejados...., cosa que desmiento rotundamente. Ella está muy preocupada por su futuro. Ahora cursa en una escuela de vuelo, dice que las clases prácticas le resultaron muy entretenidas. Los profesores son muy divertidos.

Noveneros:Habría que preguntarle a Pocho Bresso que opinión le merecen estos conceptos de VZ. Cuando decís que otras personas no lo comprendieron te referís a Verónica y a tu esposa?
ROC: No hablo de mi vida privada.
RIT: Dale Zobenca decí qué pasó ese día que aparecieron en el camarín el desbole que hicieron! Tuve que salir yo a defenderte y recibí un paraguazo en la cabeza.

Noveneros: Bueno al principio de la nota hiciste referncia directa a que habías tenido algunos desencuentros familiares. Pero dejemos ésto de lado, sabemos que a los dos los sacaron del bailando con devoluciones un tanto agresivas por parte del jurado.
RIT: No tuvieron en cuenta que competíamos con bailarines profesionales. Como tampoco tuvieron en cuenta nuestra edad. – Y si, ustedes dos tienen una edad avanzada....
ROC: Dejate de hacer el pendex que cuando la Nacha Guevara nacía vos por lo menos ya andabas en bicicleta.

Noveneros: No te pongas agresivo que le estás dando la razón a lo que te dijo Polino. El si hizo referencia a la edad pero no como atenuante, sino que era una edad como para quedarse en casa.
ROC y RIT : Le dimos muchos puntos al share...Ese es un charlatán de feria.

Noveneros: Piensan en regresar el año que viene, si es que los llaman?
ROC: ¡Shhhh! -La bruja me mata.
RIT: Estoy por abrir, junto con Henry, una escuela de danzas para mayores en Baradero, en la bajada del puerto.Viste? - a Tere le encantó la idea al igual que a mi señora María Ester. Ellas colaborarían enseñando reggae. Yo me encargo del perreo. No tenemos claro que hará el Indio. Me parece que es de madera para el baile. Quizás enseñe ritmos de los grupos originarios.

Noveneros: Qué buena idea! Felicitaciones. Lástima que el Zobenca no continúe con alguna actividad afín.
ROC: En Santa Fe está lleno de escuelas de danza. A lo mejor calzo de profe en alguna de ellas. Mi ritmo preferido es la salsa, ja,ja. Con unos mostacholis espectaculares. Hablando en serio, me gustan los ritmos tropicales, en una de esas hablo con Los Palmeras para tocar algún instrumento como ser maracas o esos otros simples para acompañar. La cumbia es un ritmo santafecino muy lindo. A propósito....Dónde está el morocho de Reconquista?

Noveneros: Preparando las próximas entrevistas que le tocan hacer a él. Lo tenemos a Oldemar, al Poliya y a Julio T. preparándose para unos eventos importantes que tendrán lugar en Entre Ríos. Ya se enterarán......



martes, 4 de agosto de 2015

CONSEJOS PARA LLEGAR HASTA MÁS ALLÁ DE LOS 100 AÑOS.



   
     Josefina Reynoso, vecina del barrio de Villa Echenagucía -Gerli, provincia de Buenos Aires- acaba de cumplir 101 años. Viuda de José Ferramosca, madre de tres hijos y una hija, abuela de 12 nietos, bisabuela de 6 bisnietos y tatarabuela de 2 tataranietos, fue entrevistada por el periodismo y explicó la razón por la cual ya pasó el centenario de vida.
     Lo que sigue es la parte del reportaje correspondiente a dicho logro.

     P: - ¿Nos podría dar las razones por la cuales alcanzó usted los 101 años?
     
     R: - Sí, como no. A ver… se las enumero:
  1) Para una buena digestión tomo vino Carlón en las comidas.
  2) En caso de una pérdida del apetito bebo vino blanco, cuando puedo XO Lebel.
  3) Para bajar la presión sanguínea tomo vino tinto, si es posible Cabernet.
  4) Para subir la presión sanguínea bebo whisky, si es posible, escocés. Y si todavía es también posible, Royal Salute.
  5) Y cuando tengo un resfrío o una gripe tomo grapa Valleviejo.

     P: - ¿Y cuándo bebe agua?

     R: - ¡Aaah, nooo!... ¡Nunca estuve tan enferma!


    ¡AHORA DÍGANME SI NO ES COMO PARA IMITAR!

Respecto de la colaboración de Mapocho.....

Así es!!!

Ahora cuando el peligro está presente, no habrá soldados, a c......!!!

Cabezón

Gracias Zobenca por tu colaboración!! Un gran abrazo y....no te impacientés que ya volvemos al bailando con las notas a los protagonistas!!!

Crónicas de la Historia

Colaboración de "Mapocho" Bella

 Crónicas de la historia
                 Una calurosa mañana de 1826...

Rogelio Alaniz

El 19 de febrero de 1826 los vecinos de la ciudad de Buenos Aires contemplaron con algo de asombro y un cierto toque de indiferencia a una caravana de carretas precedida por hombres de a caballo, que ingresaba a la ciudad de Buenos Aires. No era una tropa de reseros, no eran gauchos venidos desde alguna estancia, no eran comerciantes o proveedores de la pulpería. Había en ellos, a pesar de las ropas gastadas y polvorientas, a pesar de las barbas crecidas y el visible deterioro físico de algunos, una gallardía, una dignidad íntima, una cierta altivez en la mirada que provocaba inquietud y desconcierto. Pronto un rumor empezó a circular entre los vendedores ambulantes, los troperos de la plaza, algunos parroquianos de los bares de la zona, las chinas que marchaban con los atados de ropa para lavar en la costa. Esos hombres de mirada hosca, mal entrazados, eran, nada más y nada menos, los granaderos de San Martín que regresaban a su ciudad luego de catorce años de ausencia.

En efecto, mil hombres del flamante cuerpo de granaderos marcharon en su momento a Mendoza para incorporarse al Ejército de los Andes. Desde ese momento el regimiento estuvo en todas y no faltó a ninguna. Peleó en Chile, Perú, Ecuador, Colombia y Bolivia. Ganaron y perdieron batallas, pelearon bajo los rayos del sol y en medio de tormentas y borrascas; no dieron ni pidieron cuartel. Mataron y murieron sin otra causa que la de la patria. De sus filas salieron generales, oficiales y soldados valientes. Bolívar, Sucre y Santander ponderaron su disciplina, su coraje, ese orgullo íntimo que exhibían por ser granaderos. San Martín, tan ajeno a los elogios fáciles, dijo de ellos: “De lo que mis granaderos son capaces de hacer, sólo yo lo sé; habrá quien los iguale, quien los supere, no”. Don José sabía de lo que hablaba.

Pero regresemos al lunes 19 de febrero de 1826. Hacía calor en Buenos Aires, y cerca del mediodía no era mucha la gente que se paseaba por la zona de la Recova y la Plaza Mayor. A los rigores de la temperatura, se sumaban los avatares de la política. Bernardino de Rivadavia acababa de asumir la presidencia, un mandato otorgado por un Congreso que ya empezaba a ser impugnado por buenas y malas razones. Desde hacía unos meses, Brasil nos había declarado la guerra y, para escándalo de los ganaderos federales, el Congreso había iniciado el debate para capitalizar la ciudad de Buenos Aires.

No, no eran buenos aires los que soplaban en el Río de la Plata en esa calurosa mañana. Los vientos de la guerra soplaban amenazantes. La guerra contra Brasil, pero también las guerras civiles. Ni el gobierno ni los opositores tenían ganas de recibir visitas inoportunas, visitas que recordaran tiempos viejos y al nombre de San Martín; un nombre incómodo para una ciudad que no le perdonaba no haber movilizado a las tropas en Chile para defender a Buenos Aires del ataque de las montoneras federales de López y Ramírez.

La caravana llegó hasta la Plaza Mayor, los hombres ataron los fletes en los palenques y se protegieron de los rayos del sol bajo la sombra de la Recova. Nadie salió a recibirlos; no hubo ni ceremonias oficiales ni privadas. Nadie los esperaba y nadie parecía tener muchas ganas de hablar con ellos. Ellos tampoco se quejaron o levantaron la voz. Estaban acostumbrados a las ingratitudes.
Repuestos del viaje, el “trompa” Miguel Chepoya hace sonar su trompeta -la misma que vibró en San Lorenzo- frente a la Pirámide de Mayo. Algunos vecinos miran con desconcierto y algo de temor a estos “rotosos” que se comportan de un modo algo extravagante. ¿A quién se le ocurre hacer sonar una corneta ridícula un lunes a la siesta? Es verdad, ¿a quién se le puede ocurrir semejante cosa en el Buenos Aires de 1826? Después, en rigurosa formación, marchan hacia el Parque de Retiro donde dejan sus arreos. Sólo algunos curiosos los acompañan. Ni formación especial ni comitivas oficiales. Una semana después, la Gaceta Mercantil les dedica algunos renglones. Nada más. Tampoco ellos piden más. El único orgullo que se permiten estos hombres es ser soldados de San Martín y pertenecer al regimiento que para el Libertador era, como se decía entonces, la niña de sus ojos.  La mayoría de ellos no conoce los entremeses de la política criolla. Seguramente no sabe quién es Rivadavia o Rosas; les basta con saber que conocieron a San Martín y que fueron sus soldados. Motivos tenían para estar orgullosos. Su destino militar en los últimos años estuvo unido a las guerras de la independencia. No faltaron a ninguna cita. Combatieron en Vilcapugio, Ayohuma, Sipe Sipe; desfilaron orgullosos por las calles de Montevideo; estuvieron en San Lorenzo, Chacabuco, Maipú y Cancha Rayada. Después se lucieron en Río Bamba. Pichincha, Junín y Ayacucho. El balance es elocuente: ciento diez batallas en las costillas.
Luego iniciaron el regreso a Buenos Aires. El 10 de julio de 1825 llegaron a Valparaíso bajo las órdenes del coronel Félix Bogado. Nada les resultó fácil. Ni en Valparaíso ni en Santiago los esperaban. Les habían prometido pagarles los sueldos atrasados y no lo hicieron; les habían prometido trasladarlos con las comodidades del caso, y tampoco lo hicieron. El coronel Bogado discutió con políticos chilenos y diplomáticos argentinos. El reclamo era más que modesto: caballos y carretas para regresar a Buenos Aires. Recién en Mendoza, un señor llamado Toribio Barrionuevo, sacó de sus bolsillos unos pesos para financiar el regreso.
El 13 de enero de 1826 salieron de Mendoza en una caravana de veintitrés carretas. Antes de partir, Bogado ordenó un recuento de armas y pertenencias: 86 sables, 55 lanzas, 84 morriones y 102 monturas. Setenta y ocho hombres son los que llegaron a Buenos Aires. De ellos, siete estuvieron desde el principio. Importa recordar los nombres de estos muchachos: Félix Bogado, Paulino Rojas, Francisco Olmos, Segundo Patricio Gómez, Dámaso Rosales, Francisco Vargas y Miguel Chepoya. Dos meses después, Rivadavia se acuerda de ellos y los designa escolta presidencial. Pero las desconfianzas y recelos persisten. Finalmente se corta por lo sano y los disuelven.

Veamos el destino de estos sobrevivientes: Félix Bogado, paraguayo y lanchero, se inició como soldado raso en San Lorenzo y concluyó su carrera militar con el grado de coronel. Cada ascenso lo logró en el campo de batalla. San Martín lo hizo teniente coronel y Bolívar, coronel. Murió en mayo de 1829 en San Nicolás. Estaba pobre y tuberculoso. Hoy un pueblo y numerosas calles lo recuerdan, pero en su momento nadie se acordó de él. El “trompa” Miguel Chepoya, iniciado en San Lorenzo, se dio el lujo de hacer sonar su trompeta en Ituzaingó. Es la última vez que lo hizo. Murió en su ley. Peleando contra un enemigo extranjero. José Paulino Rojas era cordobés. También estuvo en todas y en todas fue respetado por su coraje. Ninguna de esas virtudes alcanzaron para salvarle la vida. Rojas, enredado en las guerras civiles, murió fusilado en 1835.
De los otros, es decir de Vargas, Rosales, Olmos y Gómez no dispongo de datos. Es probable que mucho no haya. Por lo general, las grandes biografías no se escriben con las peripecias de estos hombres, cuyo exclusivo patrimonio son las cicatrices ganadas en los campos de batalla. Después, mucho después, llegarán los reconocimientos y los honores. Bartolomé Mitre dirá del Regimiento de Granaderos: “Concurrió a todas las grandes batallas de la independencia. Dio a América diecinueve generales y más de doscientos jefes y oficiales en el transcurso de la Revolución. Y después de entregar su sangre y sembrar sus huesos desde el Plata hasta Pichincha, se paró sobre su esqueleto y los soldados regresaron a sus hogares trayendo su viejo estandarte bajo el mando de uno de sus últimos soldados ascendidos en el espacio de trece años de campaña”. Buenas y bellas palabras, para hombres que aquel lunes de febrero de 1826 ni siquiera recibieron el saludo de los perros que entonces vagaban libres y salvajes por las calles de Buenos Aires.
 MORALEJA:
Ante el peligro se acude a Dios y al Soldado. 
Cuando el peligro ha pasado, Dios es olvidado y el Soldado despreciado

Gracias Mapocho!!!