sábado, 28 de noviembre de 2015

LA ELECCION ARGENTINA VISTA DESDE CHILE

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27 NOV/150
Macri contra la historia
Por Axel Kaiser.
Es difícil dimensionar la trascendencia de lo ocurrido en Argentina. Se trata de un golpe devastador para el populismo latinoamericano, incluido nuestro gobierno, el que ha optado, como advirtió The Economist hace poco, por continuar la ruta que arruinó a nuestros vecinos.
Argentina, como sabemos, no siempre fue el desastre que es hoy. Por casi cincuenta años antes de la Primera Guerra Mundial nuestros vecinos crecieron a tasas de un promedio de 6% anual, la tasa más alta jamás registrada en la historia del mundo por un periodo tan prolongado. Millones de europeos abandonaban sus países para llegar a la tierra prometida de Argentina a tal punto que en 1914 la mitad de los habitantes de Buenos Aires era nacido en el extranjero. El país llegó a estar entre los diez más ricos del mundo superando a Francia, Alemania e Italia mientras su ingreso per cápita era de un 92% del promedio de los 16 países más ricos del mundo. Brasil, por hacer una comparación, tenía un ingreso de un cuarto del argentino. Y esto no era solo en base exportaciones de bienes primarios.
Entre 1900 y 1914 la producción industrial de Argentina se triplicó alcanzando un nivel de crecimiento industrial similar al de Alemania y Japón. En el periodo 1895-1914 en tanto, se duplicó el número de empresas industriales, se triplicó el trabajo en ese sector y se quintuplicó la inversión en el mismo. Todo esto fue acompañado de un progreso social sin precedentes en el país: si en 1869 entre un 12% y 15% de la población económicamente activa pertenecía a los sectores medios, en 1914 la cantidad alcanzaba el 40%. En el mismo periodo el nivel de analfabetismo se redujo a menos de la mitad.
Usted se preguntará cómo llegaron nuestros vecinos a ser uno de los países más ricos del mundo. La respuesta es que desde mediados del siglo 19 introdujeron instituciones liberales que desataron las energías creadoras de sus habitantes. El marco más relevante fue la constitución de Juan Bautista Alberdi, brillante intelectual que admiraba a Thomas Jefferson y a los padres fundadores de Estados Unidos. Reflejando la filosofía libertaria que inspiraría su constitución, Alberdi diría cosas impensables para un político actual, como por ejemplo, que "los pueblos del Norte no han debido su opulencia y grandeza al poder de sus Gobiernos, si no al poder de sus individuos" y que "las sociedades que esperan su felicidad de la mano de sus Gobiernos esperan una cosa que es contraria a la naturaleza".
El mismo Alberdi agregaría que "los Estados son ricos por la labor de sus individuos, y su labor es fecunda porque el hombre es libre, es decir, duenÞo y senÞor de su persona, de sus bienes, de su vida, de su hogar". Toda esta filosofía liberal que encumbró a la Argentina a la cúspide mundial se desplomó de manos del socialismo fascista de Perón y las nuevas doctrinas estatistas que proliferaron a partir de la Gran Depresión de los años 30. Desde ahí nunca más volvió a ser lo mismo. Hoy, Argentina es un fracaso económico y social con una de las inflaciones más altas del mundo occidental, niveles de corrupción récord, un ingreso que apenas llega al 43% del promedio de los 16 países más ricos, inseguridad galopante, pobreza de un 30%, y además ha sido expulsada de los mercados de capitales internacionales.
Pero la esperanza llegó, tras un siglo de declive. El nuevo gobierno encabezado por Mauricio Macri puso fin no solo a más de una década de degeneración institucional kirchnerista sino a casi cien años de dominio político peronista. Así las cosas, la tarea que enfrenta Macri es nada menos que derrotar la historia. Ya logró un primera victoria en las urnas el pasado domingo. Esa fue la parte "fácil". Ahora le toca dar inicio a una transformación sostenible en el tiempo que logre terminar, a nivel cultural e ideológico, con el peronismo que ha destruido la libertad y condenado a la decadencia y vergüenza internacional a un pueblo que ha probado tener lo necesario para pertenecer a la élite mundial.
Si Macri logra la titánica hazaña de dejar iniciado ese cambio permanente pasará a ser el más grande líder político que haya conocido la Argentina en más de un siglo y sin duda uno de los más grandes que haya conocido América Latina en toda su vida independiente. Los latinoamericanos de buena voluntad no podemos más que desearle suerte y ofrecerle toda nuestra ayuda, por el bien de Argentina y por el de América Latina.
Fuente: Diario Financiero, Chile

martes, 24 de noviembre de 2015

Lección que Putin le da a Occidente



Hace unos años el rey de Arabia visitó a Putin en Moscú. Antes de partir le dijo a Putin que quería comprar una gran parcela y edificar, con dinero totalmente árabe, una gran mezquita en la capital rusa.
"No hay problema", le contestó el ruso, "pero con una condición: que autorice a que se construya también en su capital árabe una gran iglesia ortodoxa" .
" No puede ser" dijo el árabe.
"¿Por qué? preguntó Putin.
"Porque su religión no es la verdadera y no podemos dejar que se engañe al pueblo".
"Yo pienso igual de su religión y sin embargo permitiría edificar su templo si hubiera correspondencia, así que hemos terminado el tema"
El 4 de agosto de 2013 el líder ruso, Vladimir Putin, se dirigió al parlamento de su país con este discurso acerca de las tensiones con las minorías étnicas:
"En Rusia vivid como rusos! Cualquier minoría, de cualquier parte, que quiera vivir en Rusia, trabajar y comer en Rusia, debe hablar ruso y debe respetar las leyes rusas. Si ellos prefieren la Ley Sharia y vivir una vida de musulmanes les aconsejamos que se vayan a aquellos lugares donde esa sea la ley del Estado...Rusia no necesita minorías musulmanas, esas minorías necesitan a Rusia y no les garantizamos privilegios especiales ni tratamos de cambiar nuestras leyes adaptándolas a sus deseos. No importa lo alto que exclamen "discriminación", no toleraremos faltas de respeto hacia nuestra cultura rusa. Debemos aprender mucho de los suicidios de América, Inglaterra, Holanda, Francia, etc. si queremos sobrevivir como nación.
Los musulmanes están venciendo en esos países y no lo lograrán en Rusia. Las tradiciones y costumbres rusas no son compatibles con la falta de cultura y formas primitivas de la Ley Sharia y de los musulmanes. Cuando este honorable cuerpo legislativo piense crear nuevas leyes, deberá tener en mente primero el interés nacional ruso, observando que las minorías musulmanas no son rusas."
Los miembros del Parlamento Ruso puestos en pie ovacionaron a Putin durante cinco minutos.

Colaboración de Rodolfo Tessaro


  
 
El silencio ha sido roto. La palabra jamás pronunciada ha sido dicha. Ya no hay vuelta atrás. FrançoisHollande ha violado el tabú pero también ha dicho lo que todo el mundo sabía: la lucha en contra del ISIS no es en contra de un terrorismo internacional abstracto.
Francia ha declarado la guerra al ISIS, organización islamista supranacional que a su vez ya había declarado la guerra a Francia y a toda Europa.
Los horrendos atentados, otra vez cometidos en París, no fueron actos de fanáticos sin control. Hollande lo expresó muy bien: son partes de un plan sistemático de guerra, organizado desde fuera y con ramificaciones múltiples al interior de Europa. Dijo: guerra.
Guerra: palabra que espanta a electores, que escandaliza a los bien pensantes, que asusta a los redactores de periódicos, que no deben escuchar los niños. Pero también es la palabra que mejor corresponde con el significado de los hechos que están sucediendo.
El atentado de París del 13-N será el Pearl Harbor de los franceses. Pronto lo será para toda Europa y aunque Angela Merkel todavía no se atreva a pronunciar la terrible palabra, ya no podrá silenciarla más.
Tal vez los gobiernos europeos que aceptaron formar parte de la gran coalición internacional en contra del ISIS, imaginaron que solo se trataba de un frente político simbólico. Como siempre creyeron que EE UU realizaría algunos ataques aéreos sobre posiciones estratégicas y ellos después se limitarían a enviar medicamentos y alimentos. Que las tropas del ISIS ya eran dueñas de Irak y de casi toda Siria, nadie quería saberlo. Mucho menos querían saber que nosotros (Occidente) estamos en guerra y que esa guerra la estamos perdiendo.
Pero Francia no es un país aislado. Francia es el corazón histórico de la Europa moderna. Las palabras bélicas de Hollande involucran a todos los europeos. Los gobiernos deberán revisar sus posiciones frente a la declaración de guerra hecha sin rodeos por el presidente francés. Más todavía, la que ya estamos viviendo, será una guerra asumida por todo el Occidente político y sus aliados del mundo islámico.
No hay tiempo para preocuparse demasiado con las razones de la guerra. Si la culpa la tuvo Bush o Bin Laden, Husein o Asad, el colonialismo europeo del siglo 19 o el imperialismo norteamericano del siglo 20, Obama o Putin, Adán o Eva, no es en este momento lo más importante. Nadie piensa demasiado en las causas de un incendio cuando se le está quemando la casa.
La guerra que presenciamos es, para que nadie se engañe, una guerra mundial. No hay ningún motivo para designarla de otro modo. Ya de hecho hay más países involucrados que durante la Primera Guerra Mundial. Estamos viviendo, efectivamente, los primeros capítulos de la Tercera Guerra Mundial. El Papa Francisco, quien no es precisamente un belicista, ya la bautizó así.
La palabra guerra cambia todo el espectro gramatical. Por de pronto, las alianzas internacionales deberán adquirir un nuevo carácter. Las alianzas militares –hay que remarcarlo- no son lo mismo que las alianzas políticas. Steinmeier, ministro del exterior alemán, ya habló de re-estudiar las relaciones con Asad y con Putin. Probablemente pensaba en Churchill y Stalin. Los ejércitos kurdos, hasta ahora los únicos que luchan cuerpo a cuerpo en contra del ISIS, deberán ser considerados aliados de Occidente, guste o no al gobierno turco. Lo mismo Irán. Los califatos petroleros, Arabia Saudita antes que nada, deberán someterse a un sistema de vigilancia que controle las remesas destinadas a financiar al ISIS. Y si Hamas y Hezbollah ya se han distanciado de ISIS, deberán ser aceptados como aliados temporales.
La que ya ha llegado no será una guerra como las anteriores. Es una guerra donde un enemigo no usa uniforme ni es identificable a simple vista. Los aparatos de inteligencia y toda la modernidad digital deberán ser reactivados en su máxima intensidad. Los aeropuertos se parecerán en algunos momentos a las cárceles. En otros momentos parecerán hospitales. Hoteles ultramarinos con piscinas y campos de golf, serán convertidos en trincheras. La vida cotidiana será cada vez más restrictiva. Las mentalidades paranoicas reverdecerán entre las autoridades administrativas y en su celo, cometerán absurdos desmanes. Como dijo Joschka Fischer, Europa ingresa a la “normalidad” del mundo.
Las palabra guerra cambiará, además, otras palabras. Los fugitivos que huyen de los bombardeos en Irak y en Siria deberán ser designados -y por lo mismo tratados- como lo que son: refugiados de guerra. O población evacuada. Solo así podrán ser protegidos de las garras de los neofascistas que erigen alambradas y queman lugares de refugio.
Los neo-fascismos que abogan por la fragmentación de Europa y de sus naciones, también deberán ser vistos como lo que son: agentes objetivos de enemigos extra-continentales. Europa estará obligada a unirse más que nunca antes, ya sea consigo misma ya sea dentro de sus naciones. En el marco determinado por una guerra mundial no hay lugar para secesionismos étnicos.
Nadie se engañe; hay que decirlo con todas sus letras: La que ha comenzado será una guerra irregular, prolongada, y sobre todo, como todas las guerras, cruel; muy cruel. Para el enemigo de hoy, al igual que para los nazis de ayer, una guerra si no es total no es guerra. Eso hay que saberlo desde el primer momento. A la realidad hay que mirarla de frente aunque su rostro sea horrible. La otra alternativa es la locura.
Estoy escribiendo al lado de una radio encendida. No tengo tiempo para redactar frases impecables. Quizás en estos momentos, desde un hotel en Berlín, escribo como la persona en la que me convertiré sin desearlo ni saberlo: en un simple corresponsal de guerra.

Gracias por la colaboración querido amigo!
 

lunes, 23 de noviembre de 2015