Leo con mucho interés lo que escribe Marta Klincowicz, referente a la edad avanzada de nuestro querido profesor y maestro, Elbio Battion y a lo que debe estar pasando por su mente.
Me resisto a creer que esté pasando momentos muy tristes, con su vida cargada de espiritualismo, con su interés por cada instante, por los “tic-tac” en sus atardeceres.
Trato de recordar momentos de nuestra infanto-juventud allá en el Liceo esperando que haga su entrada al aula. Con nuestros temores de ser llamados a dar lección, nada menos que de matemáticas.
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Y pensando en eso de pasar a dar la lección, viene a mi el recuerdo de una vez que lo vi realmente muy descompuesto a Salvatore Granero, cuando el profesor de geografía, Carlos Vicentin,(quien hoy con 86 años aún bate récords de natación), tomaba la libreta y se disponía a hacer pasar al frente a alguno de los que conformábamos la lista, creo que era cuando estábamos en segundo año. Casi siempre la “pegaba” yo por tener la muy discutible suerte de ser el primero de la lista.
Salvatore fue acompañado por uno de nosotros a enfermería dada la palidez de su rostro y los innegables síntomas de que algo serio acontecía en su estado físico. ¡Qué sorpresa cuando al trasponer el umbral mejoró repentinamente! – Callate, le dijo al atribulado y ocasional acompañante- me estoy mandando la parte porque de geografía no sé nada! – Lo mejor del caso fue que lo dejaron internado en observación!!!
Qué de recuerdos. Se acuerdan cuando lo hizo callar a Severito porque con sus gritos le impedía estudiar. Eso fue allá en tercer año, 1958.
¡53 años atrás!- Egresamos. Cada cual siguió el camino elegido. Encontró la mujer de sus sueños. Vinieron los hijos y luego los nietos. ¡Qué mayor felicidad! – Si ya algunos de nosotros tiene nietos de 20 años, como me contaba recientemente el Pato Schaller, así que a no asombrarnos cuando alguien se confiese bisabuelo!
Hoy es el día del amigo. Cuántos mail, llamados telefónicos, etc. Pero ellos son tan sólo la expresión de lo esencial, que es lo que llevamos dentro, Eso que nos produce extrañas vibraciones emotivas cuando nos encontramos en cualquier contexto y por cualquier circunstancia.
Anoche, pasadas las 21:00 recibimos un llamado telefónico que nos llenó de alegría y nos dio gran emoción. Llegaron de vuelta del paseo de visita a su hija radicada en España nuestros queridos amigos Julio y Mabel Tulián. Ellos pasaron; como parte de su gira; por la ciudad de Bruselas, donde vive mi hija del medio. ¿Cómo íbamos a estar acá y no visitar a tu hija Geraldina? –nos dijeron en su momento. – Y eso hicieron. Recién llegados a Bruselas y con todo el cansancio de su viaje, lo primero, antes de desarmar equipajes, fue llamar a nuestra hija, por lo que su esposo Gastón presuroso, antes que fuera más tarde los buscó en el hotel. Una vez llegados los Tulián a su casa, mi hija nos avisó de la presencia allí de nuestros amigos y nos mandó en el mismo instante una foto junto a ellos sacada con su celular, foto que imprimimos y llevamos a una cena Novenera en la que todos los presentes compartimos la misma alegría.
¡¡Gracias queridos amigos!! Cuánta felicidad nos brindaron! Cuánto agradecimiento tenemos por tan hermoso gesto de amistad! Hicieron muy felices tanto a nosotros, como a nuestra hija y a su familia.
