lunes, 13 de agosto de 2012

CENTENARIO DE LA FUERZA AEREA ARGENTINA

En el Centenario de la Aviación Militar Argentina, me enorgullezco en reproducir el Mensaje Permanente a los “Los Precursores de la Aviación Argentina” escrito por el Brigadier Ángel María Zuloaga el 3 de noviembre de 1951. Como una perenne lección de vida, el recado es un flechazo de optimismo que, a través de los tiempos, fue dirigido al corazón de las mujeres y hombres del aire, vuelen o no.
“La juventud no es un momento de vida, sino un estado de alma. No es cuestión de mejillas sonrojadas, de labios rojos o de rodillas flexibles. La juventud es una condición de la voluntad, una cualidad de la imaginación, un vigor de las emociones, un frescor de las fuentes profundas de la vida.

Juventud significa predominio del valor sobre la timidez, del ansia de aventura sobre el deseo de quietud. Y esto a menudo existe más en un hombre de cincuenta años que en uno de veinte.

Nadie envejece por el mero hecho de haber vivido un cierto número de años. Se envejece por el abandono de los ideales. Los años arrugan la piel, pero la pérdida del entusiasmo marchita el alma. Los verdaderos largos años que inclinan la cabeza y deprimen el espíritu son las preocupaciones, la duda, la falta de fe en sí mismo, el temor y la desesperación.

Téngase setenta o dieciséis años, debe haber en el alma de cada ser humano, amor a lo maravilloso, aptitud para admirar las estrellas, indomable desafío a los hechos, infaltable entusiasmo juvenil por lo desconocido y por el goce y juego de la vida.

Eres tan joven como tu fe, tan viejo como tu duda; tan joven como la confianza que tengas en ti mismo, tan viejo como tu temor; tan joven como tu esperanza, tan viejo como tu escepticismo.

Mientras el corazón y el espíritu sigan recibiendo de la tierra, de los hombres y del infinito, mensajes de belleza, de alegría, de valor, de grandeza y de poder, se seguirá siendo joven.

Pero cuando los resortes estén gastados, la cabeza cubierta con las nieves del pesimismo y el corazón endurecido por el hielo de la indiferencia, se estará verdaderamente viejo. Esperemos que, entonces, Dios tenga piedad de nuestra alma y cuide y salve a nuestra Patria”