jueves, 17 de julio de 2014

Colaboracion de Pablo E.Butaro

Un creciente agotamiento moral


 


Gran parte de los argentinos manifiesta un creciente agobio. Ya no es sólo dolor por la inflexible decadencia política, económica y social, sino cansancio.

Agotamiento.

Nos hundimos sin haber sido ocupados por potencias extranjeras, ni haber padecido tsunamis catastróficos, ni ser masivamente asesinados por epidemias bíblicas, ni quemados por la lava de los volcanes. Nos hundimos por propia voluntad, al haber entregado por más de 70 años el timón de nuestra nave a una variopinta legión de malos o ineficaces dirigentes.
Hace tiempo comparé nuestro país con un tobogán ondulante. Tobogán porque lo hace deslizar a uno desde lo alto hasta el piso. Ondulante porque en el curso de la bajada existieron instantes de subida, como las presidencias de Frondizi, Illia y Alfonsín (saboteadas por obstáculos ciegos o mezquinos).

Nuestra historia es breve. Aunque no tan breve como quiere parte del relato oficial, que propone la fecha de comienzo en el año 2003 y tiene la ilusión de instalar a Néstor Kirchner en el lugar de San Martín. ¡Ni a Enrique Santos Discépolo se le hubiese ocurrido tan disparatada profanación!

Nuestra historia es breve, sí, porque luce dos siglos de vida independiente, con un somnoliento prólogo colonial. Pero la vida independiente estuvo signada por un conflicto que no cesa entre los proyectos ilustrados y verdaderamente progresistas contra los que prefieren el corral de la infancia pretérita, tan amada por el "revisionismo" histórico.
La infancia pretérita es el pater familias, el caudillo omnipotente e infalible, el servilismo a cambio de la protección, la lealtad en vez del mérito, una corrupción sin límites ni vergüenza, descalificación de los adversarios, silenciamiento de la prensa, apropiación del Estado, devastación de las instituciones que garantizan la democracia, anhelo de perpetuación, hipocresía en el discurso, estímulo incesante del odio entre los ciudadanos, técnicas extorsivas.

Quizá olvido otras características, para no ser demasiado duro... Esto ha sido común a Rosas, las dictaduras militares y parte de los gobiernos peronistas (cualquiera haya sido su tendencia dominante).
 
Los proyectos ilustrados y verdaderamente progresistas, al revés, buscan los modelos que miran hacia futuro, que dignifican a cada hombre y mujer, que ponen a todos bajo límites de leyes sabias, parejas y estables, que jerarquizan el trabajo por encima de las limosnas, que premian el esfuerzo, que ponen una obligación junto a cada derecho, que estimulan el respeto del individuo por encima de sus creencias.

Ahora asfixia la situación imperante.

Desde el poder se trabaja para bloquear los caminos del pensamiento crítico, la iniciativa individual, el mérito, el esfuerzo genuino, la decencia y el imperio de las leyes. No cesan las iniciativas para llenar de trampas y moretones a nuestra tambaleante democracia, convertir a los legisladores en milicos obsecuentes y a muchos de los jueces en encorvados siervos.
El tango "Cambalache" alcanza tanta vigencia que corta la respiración. Ya no sólo lo cantamos, sino que le ponemos más actualidad que nunca. "Hoy resulta que es lo mismo/ ser derecho que traidor,/ ignorante, sabio o chorro,/ generoso o estafador.../ ¡Todo es igual!/ ¡Nada es mejor!/ Lo mismo un burro/ que un gran profesor./ No hay aplazaos ni escalafón,/ los ignorantes nos han igualao."

En otro verso hace la más grave de las denuncias: "¡El que no afana es un gil!" Esta consigna fue bien ejercitada por diversos gobiernos populistas y está llegando a una cumbre que da vértigo con el abismal saqueo que actualmente se denuncia.

Una publicación extranjera acaba de preguntarme si el escándalo por las bóvedas en Calafate y un diluvio de corrupciones asociadas a ellas no me inspiraría una novela desopilante. Respondí que no. Que es un tema que ahora me produce el mismo freno que tuve antes de empezar La furia de Evita. Al asunto de las bóvedas y la ruta del dinero K ya lo cubre una montaña de investigaciones y comentarios que impiden abrir la narración por una senda original.

Supongo haberlo conseguido con Evita por el tiempo transcurrido y razones literarias que sería largo describir ahora. Pero dudo que lo pueda lograr de inmediato con el tema de las bóvedas y el huracán de denuncias que ruge en el país, pese al disimulo oficial. Aunque uno se resista, vuelven a la memoria historietas del Pato Donald y su Tío Patilludo, que gustaba zambullirse en piscinas llenas de billetes y dejaba caer sobre su cabeza una ducha con monedas de oro. Es demasiado. Las novelas deben ser verosímiles, aunque naveguen por la ciencia ficción o el disparate. La realidad que padece la Argentina excede el disparate.

Para colmo, aún es apoyada por millones de personas. Constituye parte de nuestra realidad. El "lavado de cerebro" no sólo fue realizado por las dictaduras nazi-fascistas, stalinistas, maoístas y africanas, sino que ahora lo están haciendo enclenques democracias latinoamericanas que han encendido los motores de la genial maquinaria propagandística inventada por Goebbels.
De ahí que hasta se modifiquen los horarios de los partidos de fútbol para quitar audiencia a quienes hacen denuncias difíciles de refutar y poder seguir lavando cerebros con el repiqueteo oficial.

A propósito, vale una anécdota de Jorge Luis Borges, que nunca se molestaba por ser calificado de "gorila", quizá porque le hubiese gustado tener también el vigor físico de un gorila. Casi ciego, pero aún capaz de movilizarse solo, se detuvo junto a la avenida 9 de Julio con su bastón blanco y pidió ayuda a un joven para que lo ayudase a cruzar.
En el trayecto Borges empezó a manifestar su rabia por las últimas medidas del gobierno peronista. El joven, indignado, lo insultó y abandonó en medio de la avenida. Mientras los autos zumbaban por delante y atrás del poeta, y el muchacho se alejaba presuroso, Borges atinó a gritarle: "¡No se enoje, jovencito: yo también soy ciego!"

Es penoso observar los discursos presidenciales por la cadena nacional. Digo observar y no escuchar, porque lo que ella dice -con contradicciones, soberbia y el esfuerzo de imitación al desenfado tropical de Chávez- será material de realismo mágico dentro de poco.

Deprime ver a hombres y mujeres convertidos en aplaudidores y sonreidores indignos que festejan hasta los errores. ¿No temen que sus hijos y nietos algún día les pidan rendición de cuentas?
Lo mismo vale para los legisladores, gobernadores, intendentes, gremialistas y ciertos magistrados que se someten a un poder que en 2015 será reemplazado por otro. ¿Tanto les cuesta mirar el horizonte?

Desde las altas esferas se realiza lo inimaginable para proteger a megadelincuentes. Si "siempre se roba", pocas veces se ha llegado a una situación equivalente a la actual. Hay "blanqueos" para conseguir dólares, pero también para borrar el pecado de fraudes, coimas y extorsiones gigantescas. Corremos el peligro de instalar a la Argentina en el catálogo de los paraísos fiscales que, por suerte, poco a poco van siendo acotados en el mundo.

Pero nuestro país da la impresión de seguir eligiendo la peor ruta; nuestra fraternidad con Irán y Venezuela son un botón de muestra. Instrumentos públicos como la Inspección Nacional de Justicia y la Unidad de Información Financiera se han convertido en aparatos encubridores del delito en lugar de servir a la transparencia. ¿Exagero al decir que nos falla la moral?

En este aquelarre de despropósitos, corrupción, aprietes, ineficiencia administrativa, destrucción, incoherencias y mentiras, se nos está deshaciendo la República.

Marcos Aguinis
 
 

martes, 15 de julio de 2014

Terminó el mundial: Somos subcampeones...


Terminó el mundial. ¿Terminó? No lo sé, no parece; los ecos continúan. Hasta cuándo continuarán?- Conversación de amigos Noveneros en un lugar de Pompeya, calle Ventura de la Vega. Solitarios tres amigos de muchos años, que se conocen mucho entre ellos, que atravesaron experiencias de lo más diversas en los distintos ámbitos en que actuaron. Supieron salir airosos en algunas, victoriosos y aplaudidos en otras. Pero nunca conocieron las vandalidades que puede dejar un festejo.
Se preguntan entre ellos qué sociólogo, psiquiatra, profesional que estudie el fenómeno de las masas, de los descontentos, de la falta de realización de algunos sectores puede explicar lo que pasó en el obelisco la noche del 13 de junio cuando nuestra selección se coronó exitosamente subcampeona del mundo.
Allí concurrieron padres con sus hijos enarbolando banderas argentinas, cubiertos con la camiseta del seleccionado, novias, amigos contentos luego del sufrimiento del partido contra Alemania,  reconociendo el gran esfuerzo de éstos futbolistas profesionales argentinos destacados en todo el mundo.
Qué pasa por la cabeza de éste grupo de delincuentes que con seguridad hoy a menos de 24 horas la mayoría de ellos debe encontrarse libre y muy probablemente planificando su próxima tropelía, su próxima reacción ante una sociedad que los mira anonadados. Porque todo lo que hacen éstos vándalos lo tienen preparado, están a la espera del acontecimiento convocante.
Qué hacer? Policías heridos a los cuales seguramente se los interrogará porque actuaron con dureza. El ciudadano común, vos, yo, nuestras familias a quien recurren? Son ellos; los mismos de los palos, las caras tapadas, los mismos de la agresión descontrolada a una sociedad que además debe darles cabida, protegerlos de no se qué.
Quienes tuvimos oportunidad de cruzarnos sin querer en una calle en la que ellos manifiestan sabemos lo que es pasar miedo. Claro, a ellos si manifiestan no se los debe molestar porque todos tenemos derecho a manifestarnos, la policía los protege y te increpa por haberte atrevido a cruzar en su camino:Usted no sabe que no se puede cortar la columna?- te es advertido seca y agriamente.
A continuación adjunto algunos párrafos de un artículo que acabo de leer
“Si acaso la Argentina sigue siendo todavía, la causa se limita a la dinámica política que no da tiempo para extinguirse siquiera. Lo que parece lento corre a velocidades extremas, y aquello que surge efímero y fugaz se perpetúa de manera indefinida.
Lo cierto es que nada se va, nada nos dice adiós aunque vivamos de despedida en despedida. Aquello vivido ayer se repite hoy, y volverá en lo sucesivo porque los cambios son meramente cronológicos. En los últimos años apenas si cambiamos calendarios.
Es la épica del gatopardo.Fútbol y política deberían ser disciplinas distintas aunque haya mucha similitud entre una y otra. Unos ganan, otros pierden. Se celebran victorias, se lamentan derrotas. Y el mundo no se acaba. Exceso de dramatismo agrega un pueblo que no tiene mucha experiencia en haber sufrido verdaderos dramas.
Seguramente ningún europeo vería una catástrofe si se pierde un evento deportivo. Ellos han visto ejércitos enteros destruir raíces y cimientos de su suelo, vieron la sangre derramarse, saben pues qué es y qué no es grave. En Argentina pareciera que la tragedia no discrimina.
Un choque de trenes por negligencia, un incendio en un boliche por ausencia de controles y reglas, los cortes de luz, el caos de tránsito, todo termina siendo igualado y titulado como trágico. En consecuencia, el verdadero significado de esa palabra se ha vaciado.
Trágica es la pérdida de una vida humana y trágica es la derrota del seleccionado. La vara con que medimos los hechos es extraña pero no inofensiva. Daña, nos va dañando.
Da lo mismo. De ese modo, apoyar todos a un seleccionado es recobrar patriotismo aún cuando, terminado el partido, se destroce todo por capricho. 
 Hemos perdido el lenguaje y con él todo significado. No podemos comunicarnos. Los jugadores que llegaron el país en calidad de subcampeones, no merecen respeto por llegar a una final con dignidad aunque no la hayan podido ganar, sino que llegaron como héroes porque “le taparon la boca” a muchos ciudadanos, y no perdieron 7 a 1 como los cariocas. Es el absurdo el que nos condena al fracaso.
Nada está en su justo lugar. El país es una caja de Pandora donde todo esta revuelto y nadie sabe a ciencia cierta que puede aflorar de ahí dentro. En medio de un partido de fútbol se agita la bandera de las Malvinas que son argentinas. En esto último estamos de acuerdo, pero no hemos visto ni de casualidad una bandera española exigiendo el peñón de Gibraltar. Ni los rusos jugaron flameando consignas a favor o en contra de los ucranianos. En el mundo civilizado todo tiene su tiempo y su espacio. Acá no. Acá está todo mezclado.
Más allá del folclore al que estamos acostumbrados, la previa a la final con Alemania halló a más argentinos vapuleando a Brasil que concentrados en los teutones que estaban esperando.
Somos así, irracionales, con doble faz, capaces de convertir en héroes a personajes cuyo único don es hacer lo mejor en su profesión, lo logren o no.
Héroe fue Juan Carlos Blumberg aunque nadie sepa donde ejerce su heroísmo hoy. Héroe fue Alfredo De Angeli porque cortó una ruta para intentar frenar el desguace del sector agropecuario. El saqueo sigue, su heroísmo nadie sabe. Héroe fue Del Potro cuando ganó el US Open y Maravilla Martínez hasta que lo bajaron del ring y llevó el cinturón a Cristina.
Héroes fueron los hermanos Patronelli hasta que un accidente los dejó fuera de pista. Héroe fue el juez Lijo por procesar a un acusado con pruebas en su contra, tarea característica de todo juez. Se dirá que acá no es común lo normal y es verdad, pero en todo caso en lugar de endiosar seres humanos, convendría señalar y separar a quienes no saben o no se atreven a hacer bien su trabajo.
Héroe fue Diego Maradona que ahora desparrama hijos por todos lados. Héroe es el fiscal Campagnoli por cumplir con su trabajo. Héroe fue el Malevo Ferreyra a quién nadie prácticamente recuerda. Héroe también se le llamó a Luis Patti cuando apareció como aquel que, en los 90, disminuyó el delito en Escobar y ganó una banca en el Congreso Nacional.
En plena dictadura héroe se le gritó a Leopoldo Galtieri cuando desde el balcón dijo que recuperaríamos las islas… Otro asunto es si quiere recordárselo o no. A veces la memoria duele y acusa con razón.
Héroe era Messi los dos primeros partidos del Mundial que jugó. Después el título pasó a Ángel Di María, y en horas no más al arquero Romero, que atajó dos penales decisivos. A la mañana siguiente el héroe era Javier Mascherano porque arengó y puso corazón… Héroes que cada vez duran menos, parecen hechos en Taiwán y ensamblados en Tierra del Fuego.
Es tal la confusión que, en trance de bautizar con idéntico eufemismo a cualquiera que se destaque un ápice, la Argentina se vació de próceres, de líderes, de valores y de discernimiento para distinguir el héroe efímero del real y del eterno.
Hay casilleros disponibles para quién sea nos saque una sonrisa o nos recree una esperanza. Y es que es quizás, una esperanza lo que nos hace falta como oxígeno y como agua. Argentina es un país de héroes para todos y todas pero de esperanzas para pocos y pocas. Ahí está la causa de este cambalache de heroísmo a la marchanta.
Si apareciera quién prometa abrir el cepo cambiario sería también un héroe como sucedería con un vecino del barrio que logró correr a un ladrón, y devolver el bolso que había arrebatado. No hay diferencia entre la defensa del equipo de fútbol y Alberdi, San Martín o Belgrano. Se le dice héroe a personas fallecidas… La muerte no otorga heroísmo si no lo hubo en vida.
Se ha igualado al héroe con el ejemplo, y de allí que surjan líderes de barro que duran lo que dura la ilusión de una esperanza que nos recreen aunque sea por un rato. Estamos hambrientos de futuro atados a pasados.
Argentina está llena de ejemplos, buenos y malos. Pretender convertir a los primeros en héroes es un error que pagamos caro porque nos quedamos sin referentes y en lugar de imitar, idolatramos.”
Una digresión: Mientras estoy cerrando esta nota, escuchó decir que el vandalismo de anoche fue organizado. Ese es el análisis que podría hacer cualquiera de nosotros. 120 personas fueron demoradas una noche entera y liberados.
Así estamos: desesperanzados pero eso sí, rodeados de héroes vacuos por todos lados. Encima el Mundial no lo ganamos (y no es una tragedia convengamos…)


lunes, 14 de julio de 2014

Roberto adhiere a Néstor

Adhiero totalmente a las palabras del querido Negro!!!

Roberto

Del Gran Roberto Casabianca

Yo también amo a mis amigos, sobre todo a mis compañeros del LMGB!!!

Roberto Casabianca