jueves, 14 de febrero de 2013

Setenta veces siete



Decía la Madre Teresa de Calcuta que el perdón es una decisión y no un sentimiento.

Hay gente que se vanagloria de perdonarlo todo, aunque eso pueda parecerse más a la soberbia que a la humildad. Como si se dijese “Nada de lo que alguien me haga me llega, estoy por encima de eso”.

En verdad no todo es perdonable, y quien lastima u ofende debe saberlo, para saber que quizás deba convivir por siempre con la consecuencia de su acción.

Por otra parte, hay quienes afirman que nunca perdonan y acaban pareciéndose a los primeros. Es otra forma de la soberbia: “Le advierto al mundo que soy intocable y que quien me ofenda padecerá por siempre mi santa furia”.

La cuestión del perdón es menos simple de lo que parece. Resulta muy dificil perdonar sin olvidar. Quien perdona y olvida en realidad olvida lo que perdona y queda expuesto a vivir otra vez el mismo dolor por las mismas razones. Quizás el punto más alto del dolor sea aquel en el cual, una vez otorgado tanto el ofendido como el ofensor recuerdan lo que ocurrió y hacen de ello un impulso para una simultánea transformación.

No siempre alcanza con pedir perdón; es necesaria una reparación. Esto requiere humildad. También debe tenerla el ofendido para no hacer de su perdón una extorsión; no pedir reparaciones revanchistas. A veces, no hay reparación posible, y también de ello se puede aprender, siempre que el amor y la compasión puedan hallar un lugar entre ofensor y ofendido.

En definitiva, sólo puede perdonar quien a su vez ha lastimado y ha necesitado de perdón. Y sólo puede pedir perdón quien ha sido herido y sabe que las heridas no se borran, pero cicatrizan. De un lado y del otro es necesaria la empatía, madre de la compasión. Cuando ella desaparece, dejamos de vernos el uno al otro, y no hay perdón posible.

perdón entre amigos - de la Redacción de NOVENEROS

Fe de erratas de Mielni





Quisiera recordar al amigo que nos ha dejado y al que he tenido presente, a pesar de estar de vacaciones en Tailandia, y no por esto dejar de dolerme esta ausencia física, aunque siempre guardare en el corazón.

Con Héctor hemos sido muy compinches en el querido LMGB, a tal punto, que fue el único de nuestra Promoción que me invitó a su casa, en Rosario, dicho esto sin ánimo, de reproche alguno para nadie. A tal punto que como no tenía ropa de civil, Héctor,( Ramoncito en la familia, pues su padre era Ramón),me prestó su ropa y al ponerme una campera de cuero de su pertenencia me sentí como un dandy vestido con el mejor frac del mundo, gracias Héctor por esos hermosos momentos vividos en Rosario, cuando todo nos parecía grande, lindo, hermoso, llenos de juveniles ilusiones, tirando flores a las chicas por la calle Córdoba, aunque vos ya estabas de novio con Graciela.

Terminado el Liceo, se nos dio por estudiar Ingeniería Química en la Universidad del Litoral, así que allá fuimos, compartiendo los duros inicios de las matemáticas que nos tenían mal perder, pues el salto de las matemáticas del secundario a la Universidad era muy grande, también compartíamos ala misma pieza, en una residencia que era de la Universidad, cuando la Universidad tenía presupuesto y la educación era fundamental para la gestión del gobierno de Frondizi, amén de tener comedor universitario, por le que pagábamos una bicoca, o sea nada, aquí la Argentina que perdimos.

También recuerdo, cuando juntastes en tres días todas las clases, para poder estar mas tiempo en Rosario con tu novia, Graciela, que fue tu esposa y compañera por tantos años, mujer que entendió en su momento que el futuro no estaba en nuestro país, y comenzó con mucha garra una nueva vida en Barcelona, donde finalmente nos dejastes, pero en la alegría de saber que habías realizado tus sueños de familia unida, y con la enorme felicidad de tener una nieta.

Así querido amigo, te despido con el corazón apretado en el recuerdo de un nunca mas, dejando para el final un pequeños trozo de un poema, que nos alienta a seguir viviendo con nuestro dolor, que el Señor te ponga a su derecha, hasta pronto querido amigo.

!Señor, ya que es nuestro el dolor

y la pena que lo crea,

danos al menos vigor

para que nadie lo vea!



Henri Indio Mielnikowicz



Fe de erratas:

Lo publicado en Noveneros con anterioridad, fue un acto fallido de la informática, este es el texto completo