lunes, 20 de octubre de 2008

EL CABEZON: UN GRAN REFERENTE DE LA GRAN NOVENA

Lo que transcribo es una “Canto a la Promoción 53º Del colegio Militar de la Nación en el 50º aniversario del ingreso al mismo escrito por el Cnel. Don Jorge Rodríguez Zia, ex Director del Liceo.
Me he tomado el atrevimiento de hacer algunas modificaciones y creo que representa el sentir de la mayoría de los integrantes de nuestra Promoción en vísperas de cumplir 50º aniversario de su egreso.
Se que el querido Coronel desde el cielo me disculpará por tomar sus versos, pero ha sido una vieja tentación a su descripción de sus compañeros y a lo vivido en el Liceo


Aquí estoy, camaradas con mi canto
Que a luz de medio siglo se hizo verbo;
Vengo a sembrar nostalgias de años idos
Al militar compás de los recuerdos.

No he de volcar pasión en desmedida
Ni ditirambo o rima con exceso;
Baste esa flor cordial que nos perfuma
Nacida en comunión de tiempos viejos.

¡Promoción Novena!
Su ley fue la obediencia y sus ejemplos
Supervivan, sonando en cada diana,
Vibrantes en el alma del Ejército.

Vayamos al pasado, aquel pasado
Que abrió su libro en un febrero
Cuando, a besos y lágrimas de madre,
Nos dieron como hogar nuestro Liceo.

El viejo caserón Belgraniano
Pisamos, con temores de misterio,
Fue como una promesa de aventura,
Senda que nos llevaba a un mundo nuevo.

De los cuatro horizontes de la Patria
Nos vinimos, urgidos por un sueño
Y una fe: devoción de ser niños-soldados
A la que nadie hubiera puesto freno.

Cuando se habla de manos enlazadas,
De hermandad, y de humanos el derecho,
A través de los tiempos recordamos
Aquel paso inicial de nuestro encuentro

En su fragua virtual y siempre ardiente
Nos abrió el corazón aquel Liceo;
Nos mostró pura y fuerte la Milicia
Y en nuestra pubertad prendió sus fuegos.

La carne juvenil trocase en hierro,
Nuestro espíritu alzose hasta lo excelso
Una visión gigante de la Patria
Nos regalaron unos jefes recios.

Hoy. El pasar del tiempo ya ha borrado
Lo que nos pareciera duro celo
De Ahumada, Svencionis y Rafo Castro
De Iglesias, Villa y Matano.

Día a día sus voces resonaron
Alla , en la cuadra o en el campamento;
Y sus conceptos, sus preceptos hondos
Fueron nuestro carácter encendiendo.

Eran hombre de ley y sin temores
Para hacer o decir a pecho abierto.
¡Cuánto de ellos, quizás nos ha quedado
En nuestra alma castrense sin saberlo.

Y aquellos nobles pofesores, cumbres
De las Artes y Ciencias del momento:
Barukel, Battión, Pedro y Carrizo
Nos dieron a beber su pensamiento.

Patio interior, campito, corre y corre,
Veloces siempre, siempre sin aliento;
Luego a clase, de frente a aquellos sabios,
Y guardias y castigos y recreos.

O a marchar, a la espalda la mochila
Entre polvo y sudor y lluvia y cieno;
Llagas, calos, dolor y la esperanza
De que el camino cruel tuviera término.

Y así, la Promoción, cual muchas otras
Caminó por disímiles senderos;
Unos fueron ministros, funcionarios,
Otros empleados, otros…sufrieron.

O se fueron por siempre, nos dejaron
El legado sagrado de sus gestos.
¡Suene el viril clarín en su homenaje!
¡Ríndeselo mi voz con su silencio!

Pero la Novena
No se quebró jamás; tuvo el soberbio
Nexo de su unidad indestructible
Y no arrió su pendón limpio y enhiesto.

Pues tenemos por peto la firmeza,
Nuestras conquistas son sin privilegios,
Nuestra planta es de guardia vigilante,
Puros, como un acero de Toledo.

Y canto a quienes frente a la acechanza
Que la vida dispone en sus senderos
Rechazaron lo incierto y lo malvado
Y justicia y verdad nod ofrecieron.

Y tampoco hubo afán entre nosotros
Por fáciles prebendas o dineros,
Pues si “desnudo y pobre es un soldado”
Contando con su honor goza un imperio.

La Miicia tendrá la frente alzada
Ante la voz airada a los dicterios,
Que “nuestra religión de hombres honrados”
Guarda el tesoro ideal de andar derechos.

“Eres un caballero, tu palabra
Tiene el sacro valor de un juramento”.
Sin tachas, en todo tiempo hemos cumplido
Con esta prescripción, a todo riesgo.

Es sin sus nombres que los nombro a todos;
¡Fuera el olvido porque sois destellos
En este regocijo de diez lustros
Que he querido historiar con estos versos.

Tras todo esto, de medio siglo al cabo
Nada ha cambiado…Solo somos menos;
Un algo golpeados por azares,
Resignaods, jamás. Un algo escépticos.

Pero en lo que expusimos en la vida
Civil, cuando nos fuimos del Ejército,
Siempre estuvo presente la consigna:
La ley del Patriotismo y el respeto.

Que todo aquello que amasó la suerte
En estrecha unidad y amor sincero
Sea el eterno, inquebrantable vínculo,
Que nos guíe hasta el fin de nuestros tiempos.

Y adonde nos arrastren las tormentas
Y ante lo que dispongan los gobiernos
Tampoco nada cambiará ¡tampoco!
Fuimos soldados, somos y seremos.

Santa Fe de la Vera Cruz 11 de agosto de 1998
Jorge L. Rodríguez Zia
Coronel ®