martes, 6 de noviembre de 2012

Dice Néstor Pereson

Lo vi distinto. Tenía la mirada enfocada en lo distante. Me acerqué y le dije:


¡Buen día, abuelo!

Y él extendió su silencio. Me senté junto a su sillón y luego de un misterioso instante, exclamó: ¡Hoy es día de inventario, hijo!

¿Inventario?, pregunté sorprendido.

Sí… ¡inventario de las cosas perdidas! Del lugar de donde yo vengo, las montañas quiebran el cielo como su gigantesca presencia constante. Siempre tuve deseos de escalar la más alta. Nunca lo hice, no tuve el tiempo ni la voluntad suficientes para sobreponerme a mi inercia existencia.

Recuerdo también a una chica que amé en silencio por cuatro años hasta que un día se marchó del pueblo. También estuve a punto de estudiar ingeniería, pero mis padres no pudieron pagarme los estudios. Además, el trabajo en la carpintería de mi padre no me permitía viajar.

¡Tantas cosas no concluidas, tantos amores no declarados, tantas oportunidades perdidas!

En los treinta años que estuve casado con la abuela, creo que sólo cuatro o cinco veces le dije “te amo”.

Este es mi inventario de cosas perdidas, la revisión de mi vida. A mí ya no me sirve. A

vos sí. Te lo dejo como regalo para que puedas hacer tu inventario a tiempo.

Con cierta alegría en el rostro, continuó entusiasmado y divertido:

¿Sabés qué descubrí en estos días?

¿Qué, abuelo?, no contestó, sólo me preguntó nuevamente

¿Cuál es el pecado más grave en la vida de un hombre?

No lo había pensado, contesté con inseguridad: Supongo que matar a otros seres humanos, odiar al prójimo, desearle el mal. ¿tener malos pensamientos, tal ves?

Moviendo su cara de lado a lado me miró intensamente y en tono grave y firme me dijo:

El pecado más grave en la vida de un ser humano es el pecado por “omisión”. Y lo más doloroso es descubrir las omisiones y darse cuenta que el tiempo no vuelve.



Al día siguiente, regresé temprano a casa, luego del entierro del abuelo, para realizar en forma urgente mi propio inventario de las cosas omitidas.

“…vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios.”

Marcos 12, 33



Quizás lo que más omitimos es “escuchar”

Gracias Néstor, querido amigo!

1 comentario:

Héctor dijo...

Excelente amigos!