viernes, 14 de agosto de 2015

Mi regreso. Néstor cuenta el back stage de Diamante....


El encuentro con los amigos Noveneros, compañeros de hermosos años felices, es un revivir de esos momentos.

Miro el rostro de ellos y como por arte de magia sus arrugas desaparecen, su gesto un tanto adusto se transforma en delicada sonrisa, su cabello blanco se torna oscuro, qué se yo JC, volvés junto con ellos a caminar por las galerías de nuestro “viejo” Liceo un día de lluvia, pasamos de la plaza de armas, frente a la capilla venimos por el costado del comedor, la enfermería, la 1ª., la 2ª., luego la 3ª., y por último la cuarta Compañía. Al frente la herrería, la zapatería, la talabartería, la armería, al final un baño externo, etc.

Rejuvenecemos JC. A mí me pasa exactamente lo mismo que a vos. Corriendo delante mío lo veo al Zobenca, a Mapocho, Ferla, el Gulli, el Gringuito, el Truco,  Jorgito Mazza, Surracco, el Indio Mielni, Tessaro, Buttaro, Poliya, Tulian, Oldemar, Paillet, qué se yo.....de nombrarlos se me nubla la vista.

Bueno, no era para ponernos melancólicos. Quería hacerte una descripción ambiental, en la cual se dearrolló el encuentro. Ahí estaba eso! Lo esencial! lo invisible!; parafraseando a un aviador como vos. Lo esencial, eso que te hace atragantar de las emociones. Eso que nos permite vibrar al unísono, llorar con las estrofas de nuestro himno o con la marcha a mi bandera, avenida de las camelias, y tantas otras marchas preciosas, que sólo a nuestros oídos suenan como las más dulces y tiernas melodías.

Qué lindo fué JC!! Qué rápido pasó todo!! Qué bueno sería tener la posibilidad de juntar a todos en un abrazo grandote y decirles ¡Cómo te quiero y cómo te extraño hermano mío!!

Bueno, una vez más terminamos abrazados entre nosotros dos, llorando como viejos boludos...!

Si. Es así. 

Bueno, ya te dije que no hubo largada de la carrera de cuadreras. Fue todo una joda urdida por Julio T. y el Poliya, mientras Oldemar asentía complacido, ja,ja. Qué trío conforman ellos!

Ya los estoy extrañando y mucho. Nos quedamos a almorzar, Mabel se lució con un locro de mi patria!- de postre un tiramisú hecho con sus manos. El adiós fue espeluznante. Muy emocionados todos. No tomamos demasiado porque te imaginás que tenía que volver a Baires.

El tiempo siempre feo, pero yo con dos ruedas pasé todos los cortes, levantando bien los pies hacia adelante a 90° mientras atravesaba los charcos. La moto anduvo siempre como su fama lo indica. Que no se enteren los Noveneros, pero no le bajé el acelerador a menos de 160 en ningún momento.
Lágrimas tenía; pese a las antiparras; que me recorrían toda la espina dorsal hasta allá, hasta donde tu imaginación te lo permite.

Qué hermoso viaje!

Llegué a la Capital, como antes te decía, atravesando cortes de ruta por el desborde de cuanto río, riacho o laguna figuran en el mapa de Entre Rios y Buenos Aires.

Entré por la General Paz, hoy con cuatro carriles en bastante de su recorrido, hasta que entré a la que vos llamás famosa Avda. Goyena. Tranquila, llena de árboles y dado la hora con pocos autos que la transitaban.

¡Cuando llego a mi casa! Alicia estaba esperándome en la cocina. ¡Suerte que ya no se usa el palo de amasar! La mirada era de terror! Huy...la que se me viene, -me dije.!

Craso error. Alicia se puso a reír a carcajadas y me dijo. –Abrí el horno. Mirá la comida que hice para esperarte. Creías que te esperaba enojada. ¡Cómo iba a hacerlo?! Desde un principio me imaginé que aprovecharías para usar la moto.

Mi bronca es que no me llevaste....ja,ja. 

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